Nos dicen en la página-web de la bodega que a Santiago Ruiz se lo conoce como el "padre del albariño". Vale.
Con fincas en O Rosal (la subzona más reputada de la DO Rías Baixas) es, en efecto, un vino con muy buena fama y que ha ayudado a situar la DO en el candelero. También es verdad que resulta algo gravoso (unos quince pavinchis por botella), no nos engañemos.
Está elaborado con variedades autóctonas, y con casi todas ellas: el grueso es albariño (claro), con un 82%. Luego tenemos la loureiro con un 8%. Y ahora, por favor, atiende: la caíño blanco supone, no un 6 ni un 7, sino un 6,5%. Telita, no se te vaya la mano con el cuentagotas. Pero seguimos: treixadura, un 2%. Y el 1,5% restante va para la meritoria godello. Todo con escuadra y cartabón. Cuatro meses de crianza sobre lías redondean la faena.
La etiqueta tiene su miga también, porque de entrada uno no se entera. Luego resulta que tiene su gracia: es el plano que la hija mayor de Santiago dibujó para que los invitados a su boda (la de ella) pudieran llegar a la bodega, en Tabagón, una minúscula parroquia del municipio de O Rosal. Al padre le hizo gracia y la fijó como etiqueta.
- Pajizo pálido, de capa limpia y abierta.
- Intensidad aromática francamente alta: hinojo, limón, caramelo acídulo, césped.
- Seco, vivo, con algo de carbónico remanente. Cuerpo medio. Final largo, con taninos bien expresados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario