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sábado, 16 de enero de 2016

Rioja Bordón gran reserva 1978 (con 37 años de guarda)

Muy buenas,

Bodegas Franco-Españolas acaban de cumplir nada menos que 125 añazos. Esta bodega riojana elabora una serie de vinos que llevan, por cuestiones históricas, el propio nombre de la DO en el suyo comercial (Rioja). Elaboran un crianza, un reserva y el que catamos hoy: gran reserva.

Emplean la combinación clásica de Rioja (tempranillo, garnacha, mazuelo y graciano) y lo crían durante dos años en barrica de roble americano. Vamos a catar la añada del 78, con 37 años bien cumplidos a sus espaldas. Tened en cuenta que ahora se están vendiendo las de 2005 y 2006 (a 17,50€, por cierto), así que os podéis hacer una idea clara de lo viejo que es el vino.

El vino viejo es un tema peliagudo. Por supuesto, es requisito imprescindible que haya estado guardado en condiciones óptimas, sin ajetreo, luces, ruidos, olores ni nada que lo perturbe. El corcho debe ser de excelente calidad y muy largo, y no haber tenido ni exceso ni falta de humedad. Y, con todo, después de tanto tiempo, es posible que el vino se haya estropeado. Los grandes reservas se prestan especialmente bien a estos envejecimientos largos, pero recordad siempre que largo no es sinónimo de indefinido: pasado cierto umbral más o menos lejano el vino empezará su imparable e insalvable declive. ¿Será el caso del vino de hoy? Comprobémoslo:

Rioja Bordón gran reserva 1978
Bodegas Franco-Españolas
DOC Rioja
12,5%
Catado el 13 de enero de 2016.
  • Granate brillante y limpio con ribete teja: colores que revelan su vejez.
  • La primera nota en nariz es de café. A partir de ahí, notas de evolución: hojas secas, rosas marchitas. Hay también aromas minerales (grafito, arcilla, tiza), ahumadas y de monte bajo. Pese a notarse su avanzada edad, en nariz resulta muy agradable.
  • En boca se viene bastante abajo aunque, como se suele decir, "el que tuvo, retuvo y guardó para la vejez": muy suave y ligero, acuoso, con escasa acidez. Final de nula tanicidad y persistencia minúscula, casi inexistente: según se traga, desaparece. Pese a todo, no tiene los defectos propios de los vinos demasiado viejos (acidez disparada, toques rancios, posos...)

Ya ha comenzado claramente su declive (su mejor momento debe haber pasado hace una década) pero todavía no tiene defectos graves. Así que, si tenéis alguna botella por ahí, mi consejo es que os la bebáis cuanto antes.




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