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miércoles, 21 de enero de 2015

Château Margaux 1998

Damas y caballeros,

Prepárense que vamos a catar uno de los muy grandes, uno de los mayores vinos del mundo. Nada menos que una de las joyas que lograron la máxima nota en la Clasificación oficial del vino de Burdeos de 1855: Château Margaux (el nombre completo es Grand vin du Château Margaux).

Ya catamos, muy al principio (creo que fue el primer vino catado en el blog) la segunda marca de esta bodega: Pavillon rouge. Hoy, la primera marca. Estamos ante un vino que he tenido a la venta en alguna de las tiendas en que he trabajado al precio de 500€ (sí, quinientos, no hay errata), un precio que escapa con mucho a mis posibilidades pecuniarias. Alguna vez os prometí contaros de dónde venían esta y algunas otras joyas que he catado, así que aquí va, muy resumido:

Hace un par de años cerró (en suspensión de pagos) uno de los restaurantes más emblemáticos de Madrid, cuyo nombre no diré, aunque sí que estuvo abierto varias décadas y que en sus salones se cerraron multitud de pactos y resoluciones entre políticos, empresarios y demás prebostes. Para hacer frente a la deuda tras el cierre se empezó a subastar stock del restaurante, entre otras cosas lotes de botellas de su impresionante bodega; y quiso el azar que consiguiese hacerme con uno de ellos. De aquel lote vendí gran parte, pero me guardé algún tesoro, muy especialmente esta botella que hoy os traigo para nuestro solaz.

Los viñedos y la bodega de Château Margaux se encuentran en la orilla izquierda del río Garona, en la región de Médoc de Burdeos. El vino es mayoritariamente cabernet sauvignon, con un aporte significativo de merlot. En el caso del Pavillon rouge la cabernet sauvignon, pese a estar muy bien trabajada, era muy conspicua; como veréis en la cata de hoy, en este caso está todo mucho más equilibrado, lo que le confiere una personalidad única al vino.

Château Margaux 1998
SCA Château Margaux
AOC Margaux
12,5%
Catado el 20 de enero de 2015.
  • Granate de capa media, brillante y limpio. Ribete cardenalicio virando a anaranjado.
  • Intensidad aromática media, incluso tras decantar. Muy complejo pese a su sutileza: fruta madura y en compota (grosella negra, fresa, naranja dulce), mineral (una nota muy evidente de arcilla; roca de río, crayón); cuero, hojas secas. Al cabo de un tiempo aparecen nuevas notas aromáticas: monte bajo, cera, flores oscuras (lila, violeta). Increíble.
  • Suave y ligero. Muy vivo. Paso muy sedoso y algo salino. Taninos delicadísimos. Muy largo, con recuerdos de fruta roja madura y notas de agradable metal. Persiste tantísimo, aun siendo tan sutil, que sigue en la boca horas después, y eso tras haber tomado postre y café. Toda una revelación.
Pese a tener casi 17 años, el corcho (grabado con el nombre y la añada) había cumplido su función maravillosamente y salió de una sola pieza.
La cápsula, que saqué, como podéis ver, entera para poder decantar sin perder de vista potenciales posos (que apenas aparecieron), es de estaño de gran calidad.


Lo bebí en familia, en una reunión en la que lo que se celebraba era el hecho de descorchar la botella. Estuvimos mi madre, mi tío y mi primo Pedro, hijo del anterior, y disfrutamos mucho. Al ser un vino tan sutil, no le conviene un maridaje contundente ni agresivo: optamos por una merienda-cena a base de fiambres (los que más le iban eran la cabeza de jabalí y el pavo trufado), croquetas, sandwiches vegetales y lo que mejor maridó de todo: tortilla de patata. Increíble pero cierto: una tortilla española es lo que mejor le va a esta joya de Burdeos. Es que la tortilla es mucho, ¡mucho!

Los afortunados convidados a la cata maridada.

Muchísimas gracias por vuestra atención. Espero que hayáis disfrutado de esta joya enológica. Besos y abrazos.


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