Una de esas "mezclas exclusivas" se hace llamar King George V, en honor al monarca que le concedio a la casa John Walker & Sons el Royal Warrant en 1934, es decir, el privilegio de ser proveedores de la Casa Real.
Para conmemorar dicho privilegio sacan este blended, en el que se emplean solamente güisquis de casas que estuvieran en funcionamiento durante el reinado de este monarca (1910-1936), casas que, en algunas ocasiones, ya han dejado de existir. El decantador es de vidrio flint, un vidrio con unas propiedades ópticas muy especiales que lo hacen indicado para la óptica. No hay etiqueta, sino que el nombre viene grabado directamente sobre la botella. Por supuesto, en la caja hay un certificado de autenticidad con un número de serie que permite trazar la botella.
He tenido ocasión de probarlo de varias formas, y he llegado a la conclusión de que es un whisky que merece la pena beber solo, algo muy poco habitual (normalmente hay que rebajarlos con agua para poder catarlos bien). Resulta muy poco agresivo y tan suave que no hay problema, ni para la mucosa nasal al oler ni para la oral al beber. Eso sí, es aconsejable tener un vaso de agua al lado para ir alternando buches.
Tenemos tres catas independientes, así podemos comparar bien y hacernos una buena idea de cómo es:
King George V
John Walker and Sons ltd (Diageo)
Blended Scotch Whisky
43%
Catado el 27 de septiembre de 2016 (1ª cata):
- Ámbar oscuro con vetas topacio. Abierto y limpio.
- Intensidad aromática media: solo y sin hielo predominan notas de piña de pino verde, ananás, cuero. También plátano verde, cáscara de naranja y caramelo. Al añadir un hielo surgen otras notas de orejón, Sugus de piña y caramelo quemado. Con un poco de agua aparecen, además, notas de mermelada de jengibre y de chocolate negro.
- Suave y cálido, nada agresivo incluso solo. Envolvente, con paso metálico y umami. Final muy ahumado, con alguna nota de acero y cuero, y sin tanicidad. Tras tragarlo la boca se nota oleosa, tapizada, sedosa.
- Topacio oscuro con irisaciones ambarinas.
- Intensidad aromática media-alta. Gran variedad aromática: marron glacé, avellana, limón confitado, chocolate, caramelo, toffee, hoja de banano. Salazón, humo, sándalo... También pasas, cítricos deshidratados, plumcake...
- Suave, potente sin ser nunca agresivo. Cálido y sedoso en su paso, en el que se despliegan un umami y un metal tremendos. Final sutil, con mucho humo, muy largo. La sensación táctil en la mucosa oral es como si se hubiera renovado en encías, mejillas, lengua...
- Dorado ambarino, abierto y limpio.
- Intensidad aromática media: frutas y frutos secos (orejón, dátil, naranja, avellanas, nueces); salmuera, grano de café. Cuero, hogar, mina de lápiz. Canela picante, cera de vela.
- Muy suave pero con gran potencia. Paso muy cálido y graso, con buenos metal y umami. Final larguísimo que deja la boca tapizada. Por vía retronasal, notas de humo, incienso, lima y limón confitado.
Tremendo bodegón. Sobre el certificado de autenticidad está Loxa, que os permite haceros una idea del tamaño del tapón (que pesa un rato). Fijaos qué preciosidad de decantador.
Vamos a comparar las catas, que ya sabéis son independientes, sin leer la anterior al hacer la siguiente. Lo primero es que, en fase visual, tenemos un whisky ambarino con irisaciones topacio, limpio, como podéis ver en la foto (hay que mirar el vaso más que el decantador, porque en este tanta cantidad oscurece).
En nariz tenemos una primera sorpresa: pese a ser muy exclusivo, no tiene una intensidad aromática tremenda, sino media. Hay quien piensa que al pagar más se obtiene más fuerza o mayor intensidad, pero esto es una asunción que se prueba falsa en varias ocasiones. Hay que tener las narinas bien entrenadas, me atrevo a decir, porque en caso contrario puede parecer que no era para tanto y que nos han dado gato por liebre. Pero no es así.
La variedad aromática sí es llamativa. Destacan ciertas notas generales: por ejemplo el cuero, los cítricos deshidratados o confitados, los toques torrefactos (chocolate negro, café, caramelo), los ahumados (hogar, humo), las maderas nobles (de la piña de pino al sándalo) y hasta una nota curiosa y agradable salina (salazón, salmuera)... muchos de estos aromas se ven reforzados por vía retronasal, particularmente el humo y el cuero.
En boca todas las catas son muy constantes: estamos ante un whisky muy suave pese a su evidente potencia, con notas claras metálicas y umami en su paso, y con un final largo en el que, como os decía, las notas ahumadas aparecen sin rastro de tanicidad.
Y es tras haber tragado cuando aparece la nota por la que, a mi juicio, más destaca nuestro amigo Jorge quinto: por esa capacidad regenerativa, esa sensación de renovar la mucosa oral, ese tapizado sedoso del interior de la boca que nos deja y que dura largo tiempo*. Pese a que algunos otros güisquis también tienen una sensación final similar, es en este donde la he notado de forma más llamativa, y hace que suba muy alto en mi estima. Muy recomendable si se sabe beber despacio y con atención.
Por último, la dolorosa: los precios por los que se vende la botella de 70 cl son muy variables en función de la tienda y la época del año, pero siempre son altísimos. Como muy barata la he visto a 360€, y la he llegado a encontrar en tiendas a 670. Y hay ediciones limitadas de tanto en cuanto que multiplican el precio...
Actualización a 3 de marzo de 2020: ayer en El Corte Inglés de Serrano lo vi por la friolera de 775€, os dejo prueba documental.
*En la última de las catas tuve la mala pata de que me hubiese aparecido una llaga tremenda en el labio inferior y, pese a que el choque inicial con el alcohol no era agradable, ese toque final del que os he hablado, el que tapiza el interior de la boca, la dejaba mejor que al principio. ¿Estamos ante una cura para las aftas? Pues no creo, pero... quién sabe.
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