Hasta ahora no habíamos probado ningún vino elaborado con la variedad onubense garrido fino; vamos a hacerlo con un espumoso de calidad hispalense, del municipio de Umbrete, en el Aljarafe sevillano.
La garrido fino estuvo a punto de desaparecer de la provincia de Sevilla, y los de las bodegas Salado se han esforzado por recuperarla y elaborar blancos de calidad con ella, tanto espumosos cuanto tranquilos. El que hoy os traigo es el tope de la gama, un espumoso cuyo nombre rinde homenaje a la población de la que proviene.
Una parte del mosto se vinifica como si de un amontillado se tratase: primero bajo velo de flor y después oxidativamente. Una vez embotellado el vino, pasa en rima tres años antes de salir al mercado como espumoso brut de calidad por 30 lereles.
- Amarillo pálido, turbio, sin carbónico evidente.
- Intensidad aromática reducida: levadura, hierro, caliza.
- Pese a la fase visual, en boca el carbónico se muestra chispeante (aunque no agresivo). Ataque seco; paso acuoso y bastante plano. Final tánico, breve pero, lamentablemente, pegajoso. No me gusta.
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