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sábado, 19 de abril de 2014

L'Ermita 2000

Sé que os dije que de pastoso adinerado no tengo ni la pretensión, pero también que aprovechaba muy bien las ocasiones que se me brindaban. Pues bien, hace algunos años cayó en mis manos esta botellita, que he visto por ahí a nada menos que 600 eurípides, y decidí generar una ocasión especial con mi familia.

Lo de generar una ocasión especial suena raro, os lo explico: a lo largo del año hay una serie de ocasiones especiales definidas, tales como cumpleaños, aniversarios, navidades, santos (quien los celebre), etc. Suelen tener un protagonista (el que cumple años, la pareja que celebra sus bodas del material que toque) o ser reuniones prefijadas como la Nochebuena o la Nochevieja. Pues bien, a mí me parecen pocas. Así que abrir un vinazo es una ocasión tan buena como cualquiera de las otras para reunirse y festejar. ¿Qué festejamos con el vinazo? Pues que vamos a beber un vinazo. Celebramos la fiesta en sí. En este caso fue en casa de unos tíos míos, y éramos ocho comensales. Hay quien pensará que salimos a poco vino cada uno, pero prefiero creer que salimos ilusionados muchos por haberlo catado.

Vale, ya he soltado mi rollo. Ahora, la cata:

L'Ermita 2000
Álvaro Palacios SL
DOQ Priorat
14%
Catado el 3 de febrero de 2013

  • Rubí cubierto con ribete cardenalicio, casi teja. Turbio, aún brillante.
  • Previo a la decantación: muy cerrado. Oliva negra, nuez moscada, monte bajo.
  • Una hora tras decantar: intensidad aromática elevadísima. Lácteos, fruta negra, pastilla Juanola (regaliz fuerte), más monte bajo, violetas, pizarra; naranja amarga, licor, cacao... Enebro, laurel, cuero. Cedro, arcilla, grafito, malvavisco... ¡Todo eso!
  • Previo a la decantación: muy potente, redondo, persistente.
  • Una hora tras decantar: amplio, envolvente, suave, potente, muy equilibrado. Larguísimo, con notas balsámicas (menta) y minerales (arcilla). Magistral.
Si os fijáis, hay dos fases olfativas y dos gustativas, en función de si el vino estaba recién abierto o ya aireado. A la mayoría de vinos no les hace falta ser decantados para airearse, incluso puede estropearlos un poco; pero a los muy grandes vinos sí suele hacerles mucha falta. En este caso ni nos hubiéramos enterado si no fuese por la hora que estuvo esperando tras decantarse mientras charlábamos en torno a un jamón bien cortado y un champán. Tras unos 75 minutos, la habitación entera empezó a perfumarse con todas las fragancias antes descritas, y supimos que era hora de atacar. Para vuestra tranquilidad, sabed que el único que lo probó aún cerrado fui yo y por comprobación, no se malgastó ni un ápice de más.

 Sí, ya sé que la foto está muy naranja. Ya os he dicho que siempre busquéis fuentes de luz blanca, es para evitar estas aberraciones cromáticas. En la cata no tuvimos estas interferencias, descuidad.
La botella en su pedestal antes de ser catada.

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