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viernes, 30 de mayo de 2014

El vino rosado, tan despreciado

Hablábamos hace unos días (el 23 de mayo, concretamente) del desconocimiento generalizado que hay en torno al vino rosado; hoy vamos a hablar de otro fenómeno que ocurre con él: por lo general es un vino denostado, considerado malo. Hay que analizar dos aspectos: si de verdad esto es así y qué hacer para solucionar ese desprecio.

Vamos por partes. Para empezar, en el mundo del vino, como en tantos otros, hay mucho de modas y de esnobismo. Es cierto que el vino rosado es comunmente vilipendiado, y también lo es que los mismos que lo vituperan a menudo gastan cantidades importantes en champagne rosé, que no deja de ser un vino rosado. Está de moda y lo compran, por lo mismo que caen en el lugar común de criticar el vino tranquilo rosado sin tomarse la molestia de buscar y comparar.

Por otra parte, es también cierto que en nuestro país los productores han tendido a relegar el vino rosado a un segundo plano, elaborando productos de dudosa calidad. Ellos lo achacan a que se vende poco, pero esto es caer en un círculo vicioso: se vende poco porque es maluco, y es maluco porque se vende poco.

En España resulta que el vino rosado se vende por color, no por aroma ni por sabor. Por eso, si os fijáis cuando vayáis a comprar vino, viene en botellas totalmente transaparentes e incoloras: para que el comprador pueda apreciar perfectamente el color. Esto no ocurre ni en tintos ni en la mayoría de los blancos, donde la botella no solo ha de contener el vino, sino protegerlo de la luz. Una botella incolora deja pasar la luz e, incluso, la magnifica (efecto lupa).

Como en España se suele elaborar rosado para consumo inmediato y de calidad regulera, no preocupa que se pueda estropear, ya que bien no dará tiempo porque se compre rápidamente, bien se fuese a perder de todos modos en cuanto hubiese pasado algo de tiempo (porque nadie lo querría). Muy distinto es, por ejemplo, en Francia, donde elaboran rosados magníficos, con gran potencial de envejecimiento, y con tonalidades que van del salmón a, directamente, el naranja. A ver quién era el guapo que aquí compraba un rosado naranja.

No obstante, desde hace algún tiempo se producen en España ciertos rosados de mayor calidad, que buscan romper los mitos negativos que giran alrededor de este tipo de vinos. Voy a poner dos ejemplos.

Para empezar, la gente de Chivite, en Navarra (tierra de rosado por excelencia junto con Cigales), sacó el Gran Feudo rosado sobre lías, con seis meses de crianza en barrica sobre las propias lías (las levaduras muertas). Ya sale al mercado con un año de retraso respecto al rosado normal (ahora está la añada del 2012 frente a la del 2013, por ejemplo), y en la propia etiqueta avisan del potencial de envejecimiento (hasta 2016 en este caso). El vino no es alucinante pero se agradece el esfuerzo, y es verdad que mejora con el paso del tiempo.
Si ampliáis veréis que el circulito dice que evoluciona muy bien hasta 2016.
(La imagen es de la propia bodega).


Otro ejemplo digno de mención es Alma Tobía rosado fermentado en barrica, de Rioja. En este caso sí es un vino alucinante, a mi juicio el mejor rosado del país (conste que no los he probado todos). Aquí el mosto fermenta en barricas Allier nuevas y se deja en esas mismas barricas durante cinco meses con las propias lías. Es un rosado con mucha capa, casi un tinto; viene en botellas muy oscuras y ahora se vende la añada de 2010. De nuevo, tiene gran potencial de envejecimiento.

Mirad qué botella tan oscura, algo raro para un rosado.
De nuevo, la imagen es de Internet.

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