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miércoles, 21 de mayo de 2014

La crianza en barrica

Buenas,

Hoy os voy a contar todo eso de "crianza", "reserva" y "gran reserva" que, a veces, se ve en las etiquetas de los vinos.

Tal vez lo más importante sea entender que hace referencia a los tiempos que el vino se ha estado criando (reposando) antes de salir al mercado, y no a niveles de calidad o de excelencia, ni siquiera de precio. Un gran reserva no tiene por qué estar más rico que un crianza, ni tiene la obligación de ser más caro, para que nos entendamos. Simplemente ha estado un tiempo mayor esperando antes de comercializarse.

Los vinos pueden dividirse en dos grandes grupos antendiendo a su paso por barrica: los que NO han pasado por ella (vinos jóvenes) y los que SÍ (todos los demás). Los segundos recordaréis, si habéis leído este blog con cierta regularidad, que poseen aromas que los primeros no tienen, los llamados aromas terciarios.

A su vez, los vinos que han pasado por barrica se pueden subdividir según los tiempos que hayan permanecido en dicha barrica y dentro de la botella antes de salir al mercado. Lo de dentro de la botella es importante, porque la barrica aporta aromas nuevos que habrán de integrarse en el conjunto una vez el vino haya sido embotellado; si no, los aromas estarán deslavazados, cada uno por su lado, sin formar un todo armónico. Así que también tenemos en cuenta el tiempo de botellero (unos jaulones en que se guardan las botellas antes de etiquetarlas y sacarlas al mercado).

Atendiendo, pues, a todos estos criterios, en España tenemos la siguiente clasificación:
  • Crianza: el vino ha permanecido un mínimo de seis meses en barrica, y ha cumplido un mínimo de dos años antes de salir al mercado. En Rioja y Ribera del Duero los seis meses se convierten en doce.
  • Reserva: el vino ha permanecido un mínimo de doce meses en barrica, y ha cumplido un mínimo de tres años antes de salir al mercado.
  • Gran reserva: el vino ha permanecido un mínimo de 24 meses en barrica, y ha cumplido un mínimo de cinco años antes de salir al mercado.
Sé que esto, a bote pronto, puede resultar un poco lioso, así que vamos a comentarlo un poco. Si os fijáis, en todo momento se habla de tiempos mínimos; esto quiere decir que si al enólogo se le antoja excederlos, el consejo regulador seguirá concediéndole la etiqueta pertinente. Por otro lado, cuando se habla de cumplir un mínimo antes de salir al mercado, nos referimos a la suma del tiempo en barrica y el tiempo en botellero.

Por ejemplo, el lunes probé un Beronia Cosecha de familia 2009 que tenía dos años de barrica y 18 meses de botellero, y estaba catalogado como reserva. Si os fijáis, no cumple el requisito de llegar al total de cinco años (24+18=42 meses, es decir, tres años y medio) por lo que no puede ser gran reserva pese a sus dos años de barrica.

Puede que os hayáis percatado de que, siguiendo los tiempos mínimos estrictamente, el periodo en barrica siempre es menor que el de botellero. Esto es así para evitar que el paso por roble se note excesivamente y resulte agresivo, pero no es obligatorio. En el vino de este lunes que os he puesto como ejemplo el tiempo en barrica era seis meses superior al de botellero, y seguía siendo reserva. Esto se debe a que ha cumplido los mínimos y, como os decía antes, la norma no especifica máximos. Si usted ha cumplido un mínimo de un año en barrica y un mínimo de tres sumando barrica y botellero, tendrá un vino calificado como reserva. Y el vino lo cumple con creces: de uno pasa a dos años en barrica, y de tres años de suma pasa a tres y medio. Así que es reserva.

Como os decía, esta clasificación atiende a periodos de tiempo, no a calidades. Hay algunos enólogos muy reputados que deciden pasar olímpicamente de todo esto y hacer lo que les dé la gana, sin preocuparse de si el vino va a ser gran reserva o incluso sin preocuparse de si va a pertenecer a una DO. Se llaman vinos de autor y suelen estar muy ricos y ser muy caros. Así que no os dejéis llevar por las etiquetas: el sistema de clasificación por tiempos de crianza habla solo de eso, de tiempos.

Para terminar, os diré que los vinos de autor suelen tener mucho tiempo de barrica y muy poco de botellero cuando salen al mercado, por lo que abrirlos nada más comprarlos acostumbra a ser un error. Pertenecen a los llamados vinos de guarda, que presuponen un comprador informado y preparado, un comprador que guardará el vino en perfectas condiciones durante una serie de años antes de abrirlo y beberlo. Si no se hace así, suelen decepcionar.

Resumiendo: la etiqueta aporta información, pero no te dice si el vino es mejor o peor. Hay que informarse y no dejarse llevar por prejuicios. Un reserva no es necesariamente mejor que un crianza. Probad de todo y decidid por vosotros mismos.

Un abrazo, gracias por vuestro tiempo.

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