Ha pasado una semana desde la última entrada dedicada a un restaurante, así que manos a la obra. El elegido es el Riff, en Valencia, ciudad que ya he recomendado en alguna ocasión; como vais a ver, el restaurante de hoy es un motivo más para acercarse a la ciudad del Turia.
Aquí tenéis una panorámica de la ciudad desde el Micalet, donde tuve la suerte de ver ponerse el sol en soledad (en la foto se aprecia que ya faltaba muy poquito).
Bien, ahora que ya estamos situados y todos nos imaginamos en Valencia tras haberse hecho de noche, vamos a cenar juntos en Riff. Como siempre en estos casos, es muy recomendable acogerse a alguno de los menús degustación que tienen con productos frescos de temporada. Obviamente eso hace que no siempre sean los mismos menús: cuando yo estuve era enero, así que algunos de los platos seguramente no coincidan con lo que encontraríais ahora mismo, en verano. Otros, sin embargo, son señas de identidad que se mantienen el año entero.
El jefe de cocina, Bernd Knöller, es un alemán de la selva negra que, tras viajar por varios países, terminó afincado en Valencia y enamorado del Mediterráneo. En su restaurante da mucha importancia a las señas de identidad culinarias de la región, eligiendo productos locales y actualizando elaboraciones tradicionales.
Aperitivos: en primer plano un crujiente de arroz con algas. Detrás, rosquilletas de sésamo y cortezas de cerdo caramelizadas.
En primer término, Bloody Mary incoloro (muy divertido, te lo sirven con sifón). En el centro, panceta ibérica cruda con costra de frutos secos: a mí la panceta no me gusta especialmente, pero esta estaba deliciosa. Fina, ligera, muy fragante y sabrosísima. Todo un hallazgo.
Para terminar con los aperitivos, coca valenciana de sardina. Estos snacks, como los llaman en el restaurante, son bastante fijos y los encontraréis vayáis cuando vayáis.
Ceviche valenciano: otro de los clásicos del chef. Se hace con pescado local, y no se pasa de cítrico. El detalle de tomarlo con pinzas aporta color a la experiencia, igual que el pedrusco-plato.
Calçot a la plancha con romesco y puré de calabacín: un buen ejemplo de producto de temporada. Creo que ni siquiera estaba en la carta, simplemente lo añadieron en ese momento al menú. Muy bien elaborado, de forma sencilla, dejando hablar al producto.
Guisantes con yema, tocino y jamón ibérico: unos guisantes muy finos y sabrosos en otro de los platos fijos de la carta. Lo mejor, el tocino: normalmente no me gusta, pero este estaba riquísimo y me sirvió para reconciliarme con este producto. Ya me había pasado con la panceta; la verdad es que el chef sabe sacarle todo su potencial a la grasa de cerdo ibérico.
Arroz meloso de alcachofas y ajos tiernos: no puede faltar un plato de arroz en un restaurante valenciano. Bernd Knöller se precia de tener muy buena mano para el arroz, y este daba buena fe de ello.
Rape con brócoli y puré de apionabo: el apionabo pertenece a la misma especie que el apio pero a una variedad distinta (Apium graveolens var. rapaceum en lugar de Apium graveolens var. dulce) y no se toma demasiado en España: es una concesión del chef a sus orígenes centroeuropeos. El puré parece de patata hasta que te lo llevas a la boca, entonces llega el inconfundible sabor del apio.
El rape es otro producto que le gusta mucho a Bernd Knöller, y lo suele tener en la carta bajo una elaboración u otra.
Cordero asado 36h a 62ºC con especias árabes: plato fijo de la carta que, sin embargo, me pareció el punto más flojo. Por un lado la presentación, como podéis apreciar, no puede ser más sosa; por otro el cordero no era exageradamente rico. Estaba bueno, sin más.
De postre, pa amb xocolata, oli i sal, sorprendente mezcla de texturas y sabores. Acompañado por un fondillón Alone gran reserva 1970, recomendación de la sumiller, Paquita Pozo. El fondillón es un vino dulce levantino que vivió épocas de gran esplendor pero que está muy de capa caída actualmente; por eso me alegró tanto que lo tuvieran, y no podía dejar de pedirlo. Pese a lo que pueda parecer, no es carísimo.
Por cierto, la caja que veis detrás es la carta de licores y vinos de postre, en formato fichero. Mola un kilo.
Para terminar, yogur con fresas, cacahuetes y un espresso. Alguna vez he comentado que el café me parece muy importante en un restaurante y que no siempre se le presta la debida atención. Por suerte aquí estaba muy rico y bien acompañado.
Resumiendo, un restaurante que mima el producto local, con un servicio muy atento y correcto, ambiente agradable y, en conjunto, digno merecedor de la estrella Michelin que ostenta. No es excesivamente caro, tienen buena oferta de bebidas y, como habréis podido comprobar, es difícil quedarse con hambre.
Riff
Jefe de cocina: Bernd H. Knöller
Conde Altea 18, 46005, Valencia
+34 963 335 353
http://www.restaurante-riff.com/reservar/
Menú de mediodía: 30 € (sin maridaje) / 46 € (con maridaje)
Menú Riff: 65 € (sin maridaje) / 93 € (con maridaje)
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