Elaborada por la misma casa, Flying Dog, de Maryland, y con una etiqueta alucinante obra de Ralph Steadman, como todo lo que sacan al mercado los de dicha casa, estamos ante la que considero mejor IPA que he probado hasta la fecha, y ya son unas cuantas. Es una de las pocas cervezas de esta gente que sigue llegando a nuestras latitudes, junto con la ya catada Snake Dog y la Doggy Style (una pale ale clásica). El resto, al menos de momento, ya no lo importan, lamentablemente; y quién sabe si estas tres dejarán de llegar en algún punto. Por si acaso, yo aprovecho ahora para disfrutarlas.
Los que sepáis inglés apreciaréis lo arriesgado de los nombres que Flying Dog emplea para sus cervezas: Raging Bitch significa, literalmente, "perra rabiosa"; Doggy Style se traduce como "estilo perrito". Otro tanto ocurre para las -a mi juicio- formidables ilustraciones de Steadman, que rayan en lo ofensivo para mucha gente (buena muestra tenemos hoy). Estos dos factores unidos han dado lugar a más de una controversia, incluyendo que les denegaran la autorizacion para vender la cerveza que hoy nos ocupa en Michigan en 2009 por considerarse la imagen "perniciosa para el bienestar público", nada menos (esta decisión fue recurrida por la cervecera en 2011 y les dieron la razón, por cierto).
Tenemos dos catas separadas para poder establecer comparaciones. Vamos allá:
Raging Bitch. Ale estadounidense tipo IPA belga. 8,3%
Catada el 5 de marzo de 2014 (1ª cata):
- Ámbar abierto; abundante crema color hueso con reflejos verdosos.
- Intensidad aromática elevada: maracuyá, diente de león, pomelo, melón. Cierta nota amarga que recuerda a un verdejo de Rueda.
- Fresca, amplia, bien estructurada. Largo recorrido que limpia la boca. Final amargoso y fuerte, pero sin agresividad. Larga, con notas de melón cantalupo y diente de león.
- Ámbar anaranjado abierto. Crema abundante color hueso, muy consistente.
- Intensidad aromática muy alta: naranja amarga, Grand Marnier, melón, cardamomo, miel.
- Densa, equilibrada, potente. Suave pese a ser muy amarga. Larga, con notas de galleta y hierbas amargas en retronasal.
En ambos casos me encantó, así que solo puedo recomendárosla, recordándoos previamente que estamos ante una cerveza a la vez muy potente y muy amarga, es decir, compleja y no para cualquiera; pero que merece muchísimo la pena.
Se aprecian el color ambarino, la capa abierta y la espesa crema.
Si ampliáis la foto veréis bien la tan controvertida imagen de la etiqueta.
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