Por muy interesante que la cita cinéfila haya sonado, la verdad es que, por increíble que parezca, a día de hoy los procesos que dan lugar a la resaca siguen sin entenderse bien. Es cierto que la deshidratación es un factor importante, pero no es el único y puede que ni siquiera sea el principal. Hay muchos otros, tales como la acumulación de acetaldehído, alteraciones en el metabolismo de la glucosa, acidosis metabólica, factores inmunitarios y un buen número más.
Después está la cuestión de los síntomas. John Doxat, en su Booth's Handbook of Cocktails & Mixed Drinks, los divide en dos grupos principales: "clavo en el cerebro" (en el que la cabeza es la principal afectada) y "mariposas tropicales" (en el que es el estómago el que sufre más). Es cierto que a la mayoría de la gente le da o por una o por otra (yo soy del primer tipo, y parece que tuviese un clavo enorme que entrara por una sien y saliese por la otra; y hasta que me estuvieran dando vueltas en torno a semejante eje) pero, como bien puntualiza Doxat, "algunos desafortunados sufren ambos tipos simultáneamente". Es decir, que te agarras al inodoro mientras la cabeza te palpita salvajemente.
¿Y qué hay de los remedios? De nuevo, no hay evidencia científica que respalde completamente ninguno, aunque sí la hay en contra de varias soluciones populares que, en realidad, son contraproducentes. Las cosas que funcionan parcialmente (no te quitan la resaca pero la alivian algo) son rehidratarse ("quien con vino se acuesta con agua se levanta" reza el refrán), tomarse una aspirina para el dolor de cabeza, comer ligero y descansar. Eso, para cuando ya tienes la resaca; si eres del tipo previsor también funciona, hasta cierto punto, beber un vaso de agua por cada copa, comer algo mientras bebes y tomar (antes de empezar a pimplar) aceite de oliva, que genera una película en las tripas que impide -un poquito- la absorción de alcohol.
Una solución habitual es lo que los ingleses llaman hair of the dog, esto es, pelo de perro: parece que los romanos, cuando eran mordidos por un can, bebían un mejunje en el que echaban pelo quemado del animal para evitar la rabia. De ahí a la versión moderna para la resaca: si te has pasado pimplando cierta bebida, toma un poquito más de la misma por la mañana para quitar los síntomas. Se dice que es porque el organismo genera anticuerpos contra el etanol y que, una vez desaparecido este, atacan el propio organismo provocando la resaca. Por eso meter un poquito más ayuda a metabolizarlos. La eficacia de este método no está clara, y sus detractores dicen (con cierta razón) que puede llevar a beber más y, así, al alcoholismo. Con todo, en ocasiones hay a quien le funciona.
El remedio popular de hincharse a comer como un cerdo, en plan hamburguesas y perritos y fritangas, es un dislate en toda regla. No solo estás fatal, sino que le metes al cuerpo algo pesado y le obligas a derivar recursos energéticos para metabolizarlo, cuando el pobre estaba ocupado con la resaca. Engordas, te llenas las arterias de porquería y sigues con resaca. Es verdad que comer algo ayuda, pero fundamentalmente antes de la resaca, porque metabolizas alcohol digiriendo. Si el alcohol ya te ha provocado el resacón, apaga y vámonos.
Los dos últimos puntos que os he mencionado me recuerdan un sitio en el que estuve en Londres: Bubbledogs, un curioso bar de Fitzrovia en el que preparan perritos calientes de lo más variopintos y los maridan nada menos que con champagne y otros espumosos (tienen un par de cavas).
Me acerqué por allí pese a que soy poco amante del hot dog, porque me lo había recomendado mi colega Carlos, un amigo cocinero (que además tiene criterio), como un sitio interesante; echando un vistazo a la carta me encontré con un perrito llamado "hair of the dog" que solo se servía a mediodía, no de noche, basándose en que era para combatir la resaca. Por supuesto, fue el que me tomé. Revisando la carta del local en Internet para esta entrada no lo he visto, así que es posible que lo hayan sacado del menú. En cualquier caso, aquí lo tenéis:
Hair of the Dog: la salchicha se puede elegir 100% buey o 100% cerdo, y también vegetariana. En este caso es de vacuno. Viene cubierta por apio, tomate, salsa Perrins, jalapeños y pepinillos. El espumoso es el de la casa, Gaston Chiquet sélection cuvée.
Un par de detalles: no hay cubiertos -obligatorio saber no mancharse- y el acompañamiento no es patata sino batata frita.
El cuadro de la pared era solo uno de muchos con perritos (¿lo pilláis?) haciendo cosas divertidas.
Bubbledogs
Manager: Sandia Chang
70 Charlotte st, W1T 4QG, Londres
+44 (0) 207 637 7770
http://www.bubbledogs.co.uk/home
Precio medio por perrito caliente:
£7.00
Un artículo muy interesante, lo de beber algo de la bebida alcohólica que te produjo resaca también tiene un dicho español: una resaca con otra se saca. Pero, efectivamente, ¡cuidado con el alcoholismo!
ResponderEliminarSoy de las desafortunadas. Pero tengo un remedio infalible contra mis resacas "clavoenelcerebromariposastropicales" que es no pasarme de rosca.
ResponderEliminarAy, qué pena: Bubbledogs cerró. Sigue existiendo para pedidos a domicilio (https://bubbleshoplondon.com/), pero aquel pequeño restaurante de Fitzrovia, tan cinematográfico, ya no existe. Lo echaremos de menos.
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