Llevábamos algún tiempo más dedicados a las entradas prácticas que a las teóricas, así que para remediarlo os voy a hablar un poquito de la crianza del vino tranquilo (el espumoso va por otros cauces).
Se divide en dos fases,
oxidativa y reductora; la segunda se lleva a cabo en botella y redondea la
primera, que se da en barricas, generalmente de roble, aunque pueden ser de pino
canario, castaño, cerezo, etc. Cuando hablamos de crianza solemos pensar solo en la fase de barrica, pero la crianza dentro de la botella es importantísima y, en general, ha de durar más que la que tiene lugar en barrica.
Estas son las barricas de Tagonius, en Tielmes, Madrid.
Las duelas del barril (los listones con
los que se fabrican) suelen medir 2,5 cm. de grosor para roble
americano y 3 cm. para roble francés. La barrica nunca se llena
entera, ha de dejarse un cuarto de aire a modo de cámara (recordaréis que en los vinos de Jerez se deja una sexta parte de la bota, la cual
tiene una capacidad de 600 l).
Las mermas debidas a la evaporación se llenan con vino de otra
barrica de la misma edad; si se llenasen con vino joven tendríamos
los llamados vinos refrescados, de inferior calidad.
Botas de oloroso en La Cigarrera, Sanlúcar de Barrameda.
Las barricas se guardan en bodegas,
cuya humedad ha de mantenerse constante en 75-80%. Si la humedad
fuese mayor el vino se aguaría, si fuese menor se perdería agua.
Espero haber aclarado algunas ideas. Gracias, como siempre, por vuestra atención.
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