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domingo, 26 de octubre de 2014

Dunhill Old Master

Muy buenos días en domingo, ¿habéis cambiado ya la hora?

No sé si os suena la marca Dunhill; puede que la conozcáis por sus cigarrillos de lujo, que vienen en una cajita cuadrada, o por su ropa masculina y accesorios asociados, también de lujo (encendedores como el de Sean Connery en Dr. No; colonias, estilográficas, relojes). O por el torneo de golf que lleva su nombre; el caso es que se trata de una marca asociada con el lujo. Lujo por aquí, lujo por allá. Es una marca londinense fundada por Alfred Dunhill, que pasó de regentar la tienda de piezas para automóviles que heredó de su padre a dedicarse a los artículos elegantes e innecesarios y establecer el actual patrón para el mercado de los artículos de lujo.

Uno de los artículos (de lujo, claro, todo de mucho lujo) que menos se conoce de esta casa es el whisky que lanzó durante un tiempo al mercado. Dejó de comercializarse tiempo atrás (se ve que no tuvo el éxito esperado) y hoy solo se puede encontrar en subastas o en sitios especializados en productos descatalogados. Si ya costaba un disparate cuando estaba en catálogo, os podéis imaginar ahora. Lo que quiera el que lo vende y lo que esté dispuesto a pagar el que lo compra.

Había varias líneas dentro del Dunhill Finest Scotch Whisky; hoy vamos a probar la que responde al nombre de Old Master. Un blended, esto es, mezcla de diversos güisquis de diversas procedencias y edades (algunos de más de 20 años de envejecimiento en barrica). El resultado, como cabe esperar, es una maravilla. Lo caté hace un par de días con varios amigos míos (¡del colegio!) con los que a veces organizo sesiones de cata formidables, de modo que tenemos extensa documentación y varias combinaciones y maridajes que paso ahora a contaros. Pero lo primero es lo primero, y os presento a nuestro amigo:

Botella preciosa y elegantísima, con tapón de corcho natural de una sola pieza, lacre con el sello de Alfred Dunhill, cristal plomado nigérrimo que evita la oxidación del producto y etiqueta (en el largo cuello) con el número dentro de la serie limitada. Todo rezuma exclusividad.


Bien, ahora la cata:

Dunhill Old Master
Alfred Dunhill Limited
Blended Scotch Whisky
43%
Catado el 24 de octubre de 2014.
  • Ocre ambarino brillante con destellos verdosos. Muy denso (se nota al servir).
  • Intensidad aromática muy alta: caramelo, vainilla, Boletus edulis, grano de café, maderas aromáticas (cedro, ciprés), piel de cítricos (limón, naranja), miel, vinilo, cera de vela y una nota muy agradable y evidente de viruta de lápiz.
  • Increíblemente denso y envolvente. Suave y aterciopelado pese a ser tan potente. Paso salino, umami y algo metálico. Gran calidez al tragar. Persistencia elevadísima. Riquísimo.
En plena cata con los amigos. Fijaos en el tapón y en el color tan intenso del whisky.


Ahora paso a hablaros del maridaje. Ya en la foto de arriba se ve que teníamos múltiples viandas para combinar, y no solo viandas; recordaréis que el whisky no se puede beber a palo seco porque resulta demasiado alcohólico, siempre hay que rebajarlo al 50%. ¿Con qué? Con algo neutro, para evitar pervertir su aroma y su sabor. Así pues, lo probamos con agua, con hielo, con agua con gas y con soda. Mi consejo es que, si alguna vez llegáis a tener una botella de Old Master en vuestras manos, no lo mezcléis con burbujas: al ser tan denso el contraste no es del todo agradable entre carbónico y untuosidad, se dan de tortas. Va de maravilla con agüita cristalina, sin más. Otros güisquis menos untuosos van de cine con las burbujas, ojo; no es una regla general sino mi recomendación para este caso particular. Veamos todo el ágape que montamos en torno a nuestro escocés:

Podéis ver en último término el agua, el hielo, las botellas de agua con gas (Magma de Cabreiroá, mi recomendación para el whisky siempre) y las de soda (Schweppe's y Fever Tree). Para comer: quesos ahumados (Idiazábal DOP y San Simón da Costa DOP, va especialmente bien con el segundo), pescados ahumados (salmón y mojama, va de maravilla con los dos), fiambres (salchichón y cecina, con la segunda está fenomenal), olivas negras y, para terminar, postres a base de chocolate y unas onzas de chocolate puro (Lindt 99%). Si vamos a tomar este whisky, que sea en condiciones, ¿verdad?

Espero que hayáis disfrutado descubriendo esta rarísima maravilla. Nosotros, desde luego, así lo hicimos. Además nos sirvió para juntarnos, vernos y charlar durante horas, sin otro motivo que la cata. Así creamos una ocasión doblemente especial: estas bebidas merecen asociarse a grandes recuerdos, ya que uno tiene tan poca ocasión de probarlas.

Abrazos y besos, muchas gracias por vuestra atención.


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