Hace ya algún tiempo catamos la Tally-ho, una barley wine inglesa. Hoy os traigo un ejemplo estadounidense de este mismo estilo, en este caso la Horn Dog, de la cervecera de Maryland Flying Dog.
Terminando la Segunda Guerra de los Cien Años, a finales del s. XVIII, librada entre ingleses y franceses, los primeros se quedaron sin poder beber vino de Burdeos, que tanto les gustaba. Así que se inventaron lo que llamaron "vino de cebada" (barley wine en inglés) que, en origen, era solo para las élites. Una cerveza muy potente, con un etanol en torno al 10% (a veces incluso más) y toques dulzones.
En los años 70 del siglo pasado los gringos empezaron a elaborarlo, dando un estilo algo distinto, con más lúpulo y, por tanto, mayor amargor. El ejemplo del que os hablaba más arriba corresponde al estilo inglés; el de hoy al de EEUU.
La Horn Dog fue la primera barley wine que probé, hace más de dos años, por recomendación de mi colega Juanma, de La Buena Pinta, en el madrileño Mercado de San Fernando. Desde entonces la he bebido cada vez que he podido (hay ciertas dificultades de distribución y se puede pasar un año sin aparecer por las tiendas): algo que vamos a constatar en nada menos que cuatro catas diferentes. Es, obviamente, una cerveza que me encanta.
Cuesta algo más de tres euros por botella de 12 onzas fluidas (355 ml, estos anglosajones y sus sistemas de medidas) y tiene el valor añadido de traer la etiqueta pintada por Ralph Steadman, como el resto de cervezas de esta casa (ya hemos hablado de ello con anterioridad, por ejemplo aquí).
Horn Dog. Ale estadounidense tipo barley wine. 10,2%
Catada el 10 de octubre de 2012 (1ª cata):
- Ambarina, muy densa y cubierta. Crema color hueso, espesa.
- Intensidad aromática muy alta: miel de palma, cereales de desayuno malteados (tipo Golden Graham's).
- Muy envolvente y grasa, sin apenas burbuja. Larga, con un amargor intenso, noble y cremoso. Buena acidez fresca y un toque dulzón de la malta. Muy persistente, con notas de pasto fresco y torrefactas. Deliciosa.
- Ocre ambarino profundo, con crema abundante.
- Plátano, miel, caramelo, diente de león.
- Untuosa, fresca, con muy buen amargor; potente y muy larga. Riquísima.
- Marrón ambarino muy cubierto.
- Intensidad aromática muy elevada: potito de plátano, butterscotch, miel, grano de café, hierba recién cortada, cera virgen...
- Muy potente, increíblemente untuosa, dulzona pero con buena acidez. Paso lento, amargor marcado agradable. Licorosa y muy larga, con notas de espresso y miel. Impresionante.
- Pardo con irisaciones ambarinas, de capa cerrada. Crema color beige muy consistente.
- Intensidad aromática muy alta: licor de café, cerezas, plátano maduro, galletas Chiquilín, miel, vainilla...
- Ataque agridulce; potente, viva, nada empalagosa. Amplísima y larga, con notas de café por vía retronasal. Magistral.
En el cuaderno de cata podéis ver, sobre todo si ampliáis, la etiqueta antigua. La actual es la de la botella (el perro-unicornio sigue siendo el mismo, pero los colores del fondo han cambiado sensiblemente).
A partir de las cuatro catas (nada menos) podemos concluir que estamos ante una cerveza de color ambarino parduzco, muy cubierta y con crema oscura y espesa (todo eso, además, lo podéis ver en la foto).
En nariz muestra una intensidad aromática muy importante, con notas constantes de miel, café, hierba, plátano y un largo etcétera.
En boca es potente (como sus 10 grados auguraban), dulzona sin ser empalagosa, con muy buena acidez, mucha untuosidad y un amargor importante que no resulta desagradable. Encima, es bien persistente.
Conclusión: dejemos hablar a las diferentes catas en sus últimas apreciaciones: deliciosa, riquísima, impresionante y magistral. Puedo agregar: formidable.
No dejéis de probarla si tenéis ocasión, y andad con ojo que emborracha. Como siempre, ha sido un placer.
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