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sábado, 4 de julio de 2015

El resveratrol y la paradoja francesa

Permitidme que hoy, en lugar de catar, os cuente algo interesante relacionado con el vino y la dieta.

Empiezo con lo que a finales de los 80 del siglo pasado se dio en llamar "la paradoja francesa", el hecho de que los franceses tuvieran una de las dietas más ricas en grasas saturadas y, sin embargo, una tasa bastante baja de enfermedades coronarias.

De siempre se ha creído que hay una relación directa y proporcional entre la ingesta de grasas saturadas y la ateroesclerosis (el depósito de grasas en el interior de los vasos sanguíneos, es la forma más común de arteriosclerosis), así que resultaba paradójico que gente que zampaba tanto queso, foie gras, salsas a base de mantequilla y tanta repostería tuviese una incidencia tan baja de problemas isquémicos.

A la hora de encontrar una respuesta a la paradoja, una de las principales explicaciones tuvo como protagonista el vino tinto. En Francia hay un alto consumo del mismo, y es una fuente inestimable de varias sustancias que resultan beneficiosas para combatir las enfermedades coronarias, sustancias como procianidinas, polifenoles y, muy particularmente, resveratrol.

El resveratrol es un fenol que se encuentra de forma natural en el hollejo de las uvas (y en la piel de otras frutas, tales como arándanos, moras o frambuesas). Muy pronto se dijo que era la fórmula mágica detrás de la paradoja francesa, y que prevenía enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes, además de prolongar la vida. Que era la caña, en dos palabras.

La fórmula del trans-resveratrol. La imagen la he sacado de Wikipedia.


Seguro que el resveratrol es sanísimo, pero no es la panacea que se ha pretendido hacer de él. Hoy es fácil encontrar pastillas de esta molécula que se venden (y no siempre baratas) como suplementos con la falsa pretensión de que lo curan todo y prolongan la vida. Lo cierto es que, a día de hoy, hay poquita evidencia (por no decir casi ninguna) sobre los efectos positivos que tiene. Efectos nocivos no presenta (que se sepa), así que no pasa nada por tomarlo. Eso sí, yo recomendaría que, puestos a tomarlo, se tomase en el vino y no en pastillas, que el vino es muy rico y muy entretenido y contiene otra serie de sustancias positivas para la salud (siempre que no se abuse, claro, no se trata de agarrarse un pedo con la excusa de combatir la arteriosclerosis). 
 
Algún día hablaremos de los muchos efectos positivos del consumo moderado de vino y de cerveza (que sí se han demostrado, no como en este caso).

Por cierto, la paradoja francesa sigue sin solución. Se han abierto muchos frentes diferentes divididos en tres enfoques principales:
  1. Alguna parte de la dieta francesa combate los efectos nocivos de las grasas saturadas. Este enfoque es al que pertenece la investigación sobre el vino en general y el resveratrol en particular. Otros objetos de estudio son la vitamina K2 (protector cardiaco presente en la mantequilla, los huevos y el propio foie gras) o la ausencia de grasas hidrogenadas y trans entre las muchas grasas de la cocina gala.
  2. Los efectos nocivos de las grasas saturadas no se han entendido bien. Mientras muchos siguen demonizándolas hay quien dice, incluso, que no existen tales efectos nocivos. El caso es que existen estudios diferentes que llevan a resultados contradictorios, y cada vez más aparecen en la literatura científica defensores de las grasas. Os remito a este artículo de la revista Time que resume lo que históricamente se ha dicho y lo que ahora se dice (o se empieza a decir) respecto a las grasas en la dieta.
  3. La paradoja francesa no es tal. No hay ninguna paradoja, solo una apariencia causada por la forma diferente de reunir datos por parte de las autoridades francesas y las de otros países. Es decir, los datos revelaban una ingesta superior de grasas saturadas cuando, en realidad, no es así.
¿Se resolverá satisfactoriamente esta paradoja alguna vez? ¿Se demostrarán los efectos beneficiosos del resveratrol más allá de toda duda? ¿Encontraremos nuevas sustancias beneficiosas en la dieta gala? No lo sé; pero, mientras tanto, alzo mi copa y bebo con todos vosotros: a vuestra salud.


 

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