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viernes, 1 de enero de 2016

Cháteau Raymond - Lafon 2002

¡Feliz 2016!

Hace algo más de un año catamos Yquem, el que muchos consideran mejor blanco del mundo (decir esto sin referencias específicas es una vaciedad, ciertamente) y que ha conseguido el precio más alto del mundo (en su añada de 1811, que no es la que catamos entonces, como imaginaréis).

Pues bien, hoy vamos a catar otro blanco de la misma AOC (Sauternes) y con el mismo proceso de botritización o podredumbre noble (os remito a la mencionada entrada de Yquem si no recordáis que es esto). Un vino que los propios elaboradores consideran una perfecta alternativa a aquel otro pero por menos de un tercio del precio. ¿Y quiénes son estos elaboradores? Oh, sorpresa: los Meslier, los mismos que elaboran Yquem. Así que si ellos lo dicen, algo sabrán.

El viñedo está junto al de Yquem, y siempre ha tenido una gran reputación. La producción es muy escasa ya desde el viñedo, y de la poca uva que rinden las vides se descarta toda la que no se considera perfecta (a veces la producción entera, y ese año no hay vino).

Château Raymond-Lafon 2002
Famille Meslier
AOC Sauternes
13,5%
Catado el 19 de diciembre de 2015.
  • Dorado intenso, casi ambarino, con ciertas irisaciones verdosas. Lágrima abundante.
  • Intensidad aromática elevada: naranja confitada, café solo, canela, chocolate negro. Una nota verdaderamente interesante y poco habitual de hortalizas dulces (calabaza, zanahoria). Ciruela escarchada, manzana reineta, piña deshidratada. Al cabo de un tiempo surgen notas de orejones, de cuero limpio, de uva espina (Ribes uva-crispa), de hoja de tabaco, de chirimoya y de papaya. Si esperamos aún más aparecen nuevas notas empireumáticas (flotador) y animales (feromonas, sudor de bebé). Es increíblemente complejo y merece la pena beberlo despacio para tener tiempo de encontrar el máximo de aromas.
  • Abocado, con un punto salino. Paso vivo, con buenas notas de acidez y de umami que equilibran el ligero dulzor inicial. Muy untuoso y envolvente, con final persistente, ligeramente amargo y picantón. Una pasada.
 Cuando salió al mercado costaba unos 70€, pero hoy es harto difícil encontrarlo, por lo que podría valer cualquier precio que se le quisiera dar, desde muy poquito a mogollón.


Respecto al maridaje, os hago la misma recomendación que os hiciera con Yquem: quesos azules intensos. En este caso hubo Roquefort, canónico, y Stilton, más fuerte y que se suele maridar con oporto pero que resultó todo un acierto. En ambos casos se producía sinergia, es decir, el queso y el vino juntos conseguían una experiencia de grado superior a la mera suma de las partes (que habría sido tomarse cada cosa por su lado).

Es, por tanto, un vino para tomar con amigos y al final de la velada (justo como se disfrutó esta botella), junto a los quesos azules (postre salado excelente) y, si queréis, alargando las últimas gotas para maridar con la fruta deshidratada, el chocolate negro y hasta el café espresso. Si recordáis, tiene notas de todas estas cosas.

Gracias a todos vosotros Bebercio empieza el año rompiendo la barrera de las 60 000 visitas, sois los mejores. Besos y abrazos.



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