Estamos ante una edición limitada de veras: solamente se ha elaborado una vez, creo que a finales de 2013, y punto. Ya no la hacen, ya no la embotellan; y si se quiere obtener se tendrá que buscar de manos de alguien que la haya conseguido previamente (para eso Internet es formidable).
Viene en botellas de 75 cl, guardadas a su vez en estuches de cartón con la imagen de un (cosa previsible) toro bravo. En el estuche se nos dice que la birra se puede envejecer hasta dos años, y yo digo que no es que se pueda, es que se debe guardar; ahora veremos por qué, y lo veremos gracias a dos catas separadas entre sí más de un año pero de botellas que se compraron simultáneamente:
The Matador 2.0 El toro bravo. Cerveza canadiense de centeno envejecida en barrica. 10,1%
Catada el 15 de febrero de 2015 (1ª cata):
- Marrón rojizo cubierto con crema beige espesa y duradera.
- Intensidad aromática muy alta: fundamentalmente balsámicos (cedro, ahora sí, del género Cedrus) y alcanfor. También hay aromas de caramelo, miel, vainilla e, incluso, de fruta roja.
- Punzante, potente y recia. Ataque dulzón. Final muy largo, con un amargor exagerado y claramente descompensado y una vía retronasal en la que el alcanfor oblitera el resto. Joven resulta un fracaso de cerveza, agresiva y desequilibrada.
En la caja podéis ver el toro bravo del que os hablaba. La presentación está muy cuidada, como siempre hace la gente de Flying Monkeys.
En esta segunda cata la cerveza está servida en copa de balón (snifter) para poder apreciar mejor toda su complejidad aromática. Lo merece, sin duda.
Catada el 18 de marzo de 2016 (2ª cata):
- Marrón ocre intenso con crema de color grisáceo.
- Intensidad aromática elevada: aún persisten, aunque matizados y sin agresividad, los aromas balsámicos de la Cedrela odorata: resina, acícula de pino. Han desaparecido las notas desagradables de alcanfor. Aparecen nuevos aromas, muchos de ellos frutales, tales como frutas deshidratadas (pasas, prunas, dátiles, higos), bayas maduras (arándanos, moras, grosellas negras, uvas moscatel), manzana roja, naranja... También notas de chocolate, café, caramelo, PX, salsa Worcestershire, almizcle, humo, bollería... Una complejidad sorprendente y muy agradable.
- En boca se muestra compleja, equilibrada, con un paso en que la acidez fresca recorre y limpia la boca hacia un final ligeramente amargoso de buena persistencia. Muy grande tras estos 13 meses de guarda.
En resumen: sabéis que me gusta catar varias veces los bebercios para tener una idea cabal de lo que nos echamos al coleto. En este caso me he encontrado con la mayor diferencia obtenida a través de la guarda, porque no es ya que la cerveza haya mejorado (ya teníamos ejemplos de ese caso, pero partiendo de birras que eran bien ricas incluso jóvenes), en este caso ha cambiado por completo: ha pasado de ser un fracaso a resultar una pasada. Es una pena no disponer de una tercera botella para guardarla otro año, porque seguramente mejorase todavía más.
A mi juicio el equipo de Flying Monkeys se equivocó al comercializar tan pronto esta cerveza, porque la gente no tiene tanta paciencia y, por norma general, si compran una birra es para beberla inmediatamente (las críticas que he leído en Internet van en esa dirección, y tildan la cerveza de agresiva y desequilibrada, como hemos hecho nosotros en la primera cata).
Quizás los de la cervecera deberían haberla conservado en sus propias cavas antes de sacarla al mercado o, al menos, deberían haber indicado que se trataba de una "cerveza de guarda" y que no se debía abrir sin dejar transcurrir un mínimo de un año; esa práctica no es infrecuente en el mundo del vino (aquí tenéis un ejemplo).
Gracias por vuestra atención. Nos vemos mañana si así lo queréis.
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