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domingo, 1 de mayo de 2016

Judas

Empezamos mayo, y quiero felicitar a todas las madres y desear a todo el mundo un trabajo digno.

Una vez expresados los saludos, deseos y felicitaciones, os diré, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, que Tres versiones de Judas es uno de los relatos de J. L. Borges que más me han gustado (y mira que me gustan), y que está incluido en la colección Ficciones, tal vez la más famosa del autor argentino. Os recomiendo encarecidamente su lectura y la de toda la obra de este fascinante autor.

Al hilo de estas tres versiones de Judas os propongo una cuarta: una cerveza belga muy fuerte que recibe ese mismo nombre. Sí, ya sé que está un poco traído por los pelos, mea culpa.

Es una cerveza de amplia distribución, fácil de conseguir en centros comerciales y supermercados, y no solo en tiendas especializadas. Tenemos dos catas separadas tres años (exactos, qué casualidad) entre sí, para poder comparar, como nos gusta.

Judas. Ale belga. 8,5%

Catada el 15 de abril de 2013 (1ª cata):
  • Amarillo limón de capa abierta y abundante crema nívea.
  • Intensidad aromática elevada: limón, levadura punzante.
  • Potente, intensa, con acidez y amargor marcados. No muy larga. Para beber con calma.
Catada el 15 de abril de 2016 (2ª cata):
  • Dorado verdoso profundo, con crema blanca abundante.
  • Aromas de limón, levadura fermentando, pan, orejón. No hay menta, que es un aroma típico de las ales belgas fuertes.
  • Seca, muy amplia. Potente, estructurada, con buen amargor. Final largo con una nota de café.
Servida en su propia copa en el restaurante Macandé (Alcalá de Henares).


Comparando las dos catas me he llevado una grata sorpresa, porque me he encontrado con aromas poco habituales en este tipo de cervezas pero presentes en ambas ocasiones, lo que me lleva a pensar que sí están presentes y forman parte del, digamos, ADN de esta cerveza. Veámoslo con calma:

Tenemos una cerveza rubia (aunque por alguna razón, quizás el elevado grado, mucha gente se cree, antes de probarla, que es oscura). La crema, blanca y abundante. Todo eso lo podéis ver en la foto, tomada con luz natural en una terraza complutense. 
Como os decía, en el aroma es donde me he llevado la sorpresa agradable (agradable al ver que la nariz no falla tres años después, que no es tan fácil); hay dos notas claramente preponderantes, a saber: limón y levadura; la primera no es tan rara, pero la segunda es más de otro tipo de cervezas, como las lambic. Sin embargo, ambas han sido detectadas las dos veces. Además, en ningún caso surgen las notas balsámicas esperables en las ales belgas (menta, eucalipto) que, a veces, se puede por sugestión creer estar oliendo.

En boca se muestra siempre potente y con buen amargor, y la recomendación de beberla con calma os la vuelvo a hacer, porque uno se piensa que está ante una caña para quitarse la sed y luego se va haciendo eses.

En conclusión: una cerveza fuerte que, pese a ser muy comercial, no encaja realmente dentro del estilo, por lo que hay quien la detesta y quien la adora. A mí me parece que no está nada mal, aunque no sea de mis favoritas. Probadla y me contáis.

Besos y abrazos, hasta mañana.


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