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miércoles, 26 de octubre de 2016

Reserva 904 1981 (cata vertical, con 31, 35, 36 y 43 años de guarda)

La Rioja Alta es una bodega fundada en 1890 que, 14 años más tarde, se fusionó con la bodega Ardanza; para conmemorarlo elaboraron un vino llamado Reserva 1904, que se transformaría en otros: se convirtió en Reserva 904 (el que probamos hoy) y, después, en Gran Reserva 904.

Actualmente solo existe este último; eso significa que el que ahora catamos está descatalogado, algo fácil de comprobar si miráis la añada: vamos a catar nada menos que un vino de 1981. La primera lanzadera espacial (Columbia) viajaba al espacio mientras maduraba la uva (tempranillo y graciano) con la que se elaboró este vino.

Lo tenía guardado mi tío desde hace décadas, y abrió la segunda botella de esta cata vertical para celebrar la visita de su nieto mayor desde Ginebra. Una gran ocasión merece un gran vino.

Actualización a 26 de enero de 2018: más de un año después, hemos descubierto otra botella, así que estamos de enhorabuena, porque podemos hacer una cata comparativa. Leed con atención.

Actualización a 20 de junio de 2019: pasado incluso otro año y medio más, redescubrí un cuadernito de catas con una de este mismo vino y misma añada, pero llevada a cabo cuatro años antes de la primera. Estamos de enhorabuenísima: son tres las catas y la comparación va a ser la repera.

Actualización a 7 de junio de 2024: vamos a subir la apuesta, con cuatro catas y hasta 43 años de guarda. Debieron regalarle a mi tío décadas atrás una caja de esta referencia, lo que nos permite llevar a cabo una cata vertical interesantísima.

Reserva 904 1981
La Rioja Alta SA
DOC Rioja
12,5%

Catado el 1 de octubre de 2012 (1ª cata, con 31 años de guarda):

  • Marrón rojizo, brillante aún, abierto y limpio (decantado, ojo).
  • Madera húmeda, flores rojas marchitas, laca de uñas, setas, algo de establo.
  • Fresco, ligerísimo, algo punzante. Paso todavía envolvente. Bastante largo para la edad que tiene.

Catado el 24 de octubre de 2016 (2ª cata, con 35 años de guarda):
  • Granate pálido, todavía brillante, limpio, con ribete teja.
  • Intensidad aromática media: mineral (crayón, bitumen, arcilla), notas animales (cuero, rosbif), zarzamora, hojas secas, rosas marchitas (notas típicas de los riojas bien evolucionados).
  • Suavísimo, muy fino y delicado. Acidez contenida (con los años este parámetro se suele disparar y da lugar a avinagrados, pero no ha sido así en este caso, ha evolucionado muy bien). Taninos pulidísimos, casi imperceptibles. Persistencia breve, pero sigue siendo genial. Qué campeón.
No es fácil encontrar tintos que envejezcan de forma tan buena. Nada fácil.

Catado el 26 de enero de 2018 (3ª cata, con 36 años de guarda):
  • Granate de capa abierta, con algún poso. Ribete teja, acorde con su edad.
  • Intensidad aromática media: aromas de evolución (laca, cuero viejo, bosque umbrío); arcilla, frutos rojos deshidratados (bayas de goji, fresas).
  • Suavísimo, ligero y delicado. Acidez muy contenida pese a su edad, pero paso claramente salino y pungente, muy agradable. Taninos mínimos, pero presentes. Persistencia media.
La foto de la última cata (yo diría que más chula que la de la anterior). De momento hemos catado tres veces este vino y las tres ha resultado dignísimo, qué suerte.
 
 
Catado el 6 de junio de 2024 (4ª cata, con 43 años de guarda):
  • Granate muy desvaído con ribete pardo y ninguna lágrima. Hay posos, pero hemos decantado (además el corcho se desmigó, deberíamos haber usado tenazas de oporto).
  • Intensidad aromática media-baja, aunque conforme gana temperatura se va incrementando. Bastante mineral (arcilla, témpera), notas clásicas del estilo (bosque umbrío, sotobosque, hojas secas), alguna nota de evolución (laca).
  • Delicado, ligero, con cuerpo medio-bajo. La acidez, evidente, no se ha descontrolado. Los taninos han desaparecido por completo. Persistencia reducida. Por vía retronasal, más mineral.
Aunque es evidente que ha acusado la crisis de los 40, sigue siendo un vino más que digno. Como siempre os digo en estos casos, hay que entender el vino viejo, algo complicado pero que ofrece grandes recompensas, como esta cata.
 


Comparando las cuatro catas, ahora que me pongo, yo diría que las tres primeras son casi iguales, pese a los años de diferencia: color granate brillante, ribete teja; aromas de los riojas clásicos tales como rosas marchitas, cuero viejo, arcilla, bosque umbrío y frutas deshidratadas; mucha suavidad y delicadeza; acidez y tanicidad contenidas.
 
En la última cata, ya con sus 43 años, el brillo se ha apagado, el ribete ha virado a pardo, las frutas no hacen acto de presencia en nariz y la acidez en boca empieza a subir. Con todo, incluso en la cuarta cata nos acabamos encantados la botella mano a mano mi tío y yo.
 
En resumen, un gran vino viejo. No todos pueden presumir de llegar a estas lindes en tan buen estado.

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