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domingo, 30 de octubre de 2016

St Feuillien Grand Cru 2015 75 cl

La cervecera valona St Feuillien es una empresa familiar que se encuentra en el pueblo de Le Rœulx. Este pueblo se desarrolló en torno a la abadía premostratense que se construyó en 1125 en honor al santo martirizado en esas tierras y que, hoy día, da nombre a la cervecera y sus cervezas.

La que hoy probamos no es moco de pavo: es su Grand Cru (por cierto, lo pongo con mayúsculas porque es el nombre propio de la cerveza; habréis observado que cuando se hace referencia a un pago vitícola lo escribo con minúscula).

La compré este año en Bélgica en formato de tres cuartos (por ocho pavos y medio) y la he envejecido durante casi seis meses antes de abrirla (os recuerdo que las grandes cervezas de alta fermentación envejecen de maravilla, mucho más de lo que yo he envejecido esta: aquí tenéis dos ejemplos con diez años, nada menos: uno y dos).

En este formato viene tapada con corcho y morrión, y en el corcho especifican la añada: 2015. No es habitual encontrar cervezas con añada, pero suele ser síntoma de calidad.

Aquí la tenéis cerrada, dialogando con Birno.


La llevé el otro día a casa de mis primos Diego y Clara, que me invitaron a cenar con ellos. Venga, vamos a catarla, que os veo salivar:

St Feuillien Grand Cru 2015. Ale belga. 9,5%
Catada el 22 de octubre de 2016.
  • Amarillo dorado pálido, ligeramente turbia, con burbuja pequeña y abundante (podía haber envejecido mucho más). Crema nívea, espumosa y consistente.
  • Intensidad aromática elevada: jengibre, menta y cilantro como notas predominantes (por cierto, esta birra no tiene adición alguna de especias, así que estos aromas vienen de los ingredientes básicos). También limón, vainilla, rosa.
  • Suavísima, con el carbónico nada agresivo pese a lo evidente que era a la vista. Paso amplio, con muy buenos metal, umami y acidez. Final largo gratamente amargoso.
Aquí la tenéis abierta, en casa de mis primos. Podéis ver lo abundante y espumosa que es la crema.


Por cierto, aviso a navegantes: a mi primo le pareció demasiado fuerte. No es una cerveza para quitar la sed (partimos de 9,5% de alcohol, y estamos hablando de notas marcadas aromáticas y sápidas), así que requiere un paladar acostumbrado a birras potentes. A los otros dos nos encantó.

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