Como bien sabéis, este formato, consistente en botellas de litro y medio, permite que el vino evolucione y se conserve mejor, al aumentar la relación volumen/superficie respecto a la botella típica de 75 cl. Además se sigue sirviendo con relativa comodidad, algo que formatos de tres litros o superiores no permiten ya.
Antes de abrir la botella. Viene muy bien presentada en su caja individual de madera.
Pese a todo, hablamos de un vino de 1999 descorchado a principios de 2017, del que he sido dueño solo los últimos años, por lo que no sabía si siempre se había conservado en las mejores condiciones. Con todo, L'Ermita es un tinto muy duro, un vino de guarda que aguanta carros y carretas, así que no estaba especialmente preocupado. El corcho, que tuve la precaución de sacar con un sacacorchos de patillas y no de espiral, había llegado al límite de sus posibilidades y el vino empezaba justo a manchar el interior de la cápsula, así que, efectivamente, no convenía haber esperado más. Afortunadamente, como ahora veremos, el vino estaba espectacular y no presentaba defectos.
Tras abrirlo se decantó con cuidado y se dejó respirar una hora, antes de servirlo en las copas y llegar a esta cata:
L'Ermita 1999 magnum
Álvaro Palacios SL
DOQ Priorat
13,5%
Catado el 7 de enero de 2017.
- Picota muy cubierto, prácticamente negro, con ribete granate y abundante lágrima. Tras la larga guarda hay posos, así que hay que ser cuidadoso al decantar.
- Intensidad aromática alta (pero no altísima): mucho mineral (arcilla, pizarra, crayón), bayas deshidratadas (goji, arándano, grosella roja), musgo, hojarasca, sotobosque, notas de carne ahumada. Tras un rato más oxigenándose, del vino surgen nuevas notas de dulce de guayaba, de cera virgen, de chocolate negro, de pasas, tabaco, furfural... Complejo, elegante y muy entretenido.
- Delicado y sutil, sin potencia disparatada. Fresco, con un buen toque salino y un paso, en conjunto, muy equilibrado. Final largo (pero no larguísimo) con notas de oliva negra, incluso de tapenade, por vía retronasal, junto a las notas minerales. Grande en su delicadeza.
Es un vino muy fiel a sí mismo. Pese a los años transcurridos entre la cata de la añada de 2000 y esta de 1999, al olerlo reconocimos al momento la personalidad del vino que conocimos en aquella ocasión, y eso siendo añadas distintas, formatos distintos y tiempos de guarda distintos. Es para quitarse el sombrero.
Para cerrar, os diré que estamos ante el bebercio más caro de las más de mil entradas de Bebercio. Mirad que hemos catado güisquis, champanes y tintos prohibitivos (y alguna cosa carísima más), pero nunca habíamos franqueado la barrera de los mil pavazos de entrada (es decir, cuando el vino salió al mercado), como hemos hecho ahora.
Es verdad que es un magnum, no una botella normal, pero también lo es que evoluciona de forma diferente, así que no es lo mismo que comprar dos normales.
Cuando esta botella se veía en alguna tienda especializada, oscilaba entre los 1040 y los 1120 lereles. Se dice pronto.
Tarde muy agradable, regada con un vino excelente que no creo que pueda volver a probar.
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