De la gama básica de la bodega Jeromín, en Villarejo de Salvanés (provincia de Madrid), hemos probado ya el rosado y el blanco, ambos de la añada 2015; parece lógico que cerremos el ciclo y catemos el tinto de la misma.
El nombre de esta gama básica es Puerta de Hierro, como recordaréis; cuando catamos el rosado os traje una foto propia, algo movida, de dicho monumento madrileño. Para intentar proporcionaros una foto (también propia) algo mejor, volví a pasar el otro día con el coche junto a mi señora madre, que hizo de fotógrafa mientras yo hacía las veces de chófer, y aquí tenéis el resultado.
¡Ta-chán! No está mal, ¿verdad?
Volviendo al vino, está elaborado con dos variedades tan patrias como son la tempranillo y la garnacha, y el precio sigue siendo uno de sus grandes atractivos: 2,30€ tan solo.
Puerta de Hierro tinto 2015
Vinos Jeromín
DO Vinos de Madrid
13,5%
Catado el 5 de marzo de 2017.
- Rojo picota de capa media, con ribete violáceo (casi azulado).
- Intensidad aromática media-alta: pepitas de manzana roja, témpera, caolín. Nariz chunga.
- Agresivo, muy astringente, desestructurado. Final alcohólico con alguna nota fenólica. Vaya.
Ahora que hemos catado los tres hermanos de la misma añada, podemos recapitular: el rosado (que, curiosamente, era el más barato, aunque solo fuera por 10c) es el que más me ha convencido. No es para tirar cohetes, que duda cabe, pero tenía buenos aromas y se dejaba beber, sobre todo si lo manteníamos fresco todo el tiempo.
A continuación, el blanco, que no estaba mal aunque no fuese especialmente bueno (conviene también evitar que gane temperatura). El problema ha venido al final, con el tinto, que es bastante pedestre. No solo la nariz es desagradable, sino que en boca se pierde por completo. Qué lastima.
En cualquier caso, hay que reconocer que se han esforzado por emplear variedades locales en los tres casos; que siempre llevan información escrita en braille en la etiqueta y que el precio difícilmente podría ser más ajustado.
Un abrazo, hasta mañana.
A continuación, el blanco, que no estaba mal aunque no fuese especialmente bueno (conviene también evitar que gane temperatura). El problema ha venido al final, con el tinto, que es bastante pedestre. No solo la nariz es desagradable, sino que en boca se pierde por completo. Qué lastima.
En cualquier caso, hay que reconocer que se han esforzado por emplear variedades locales en los tres casos; que siempre llevan información escrita en braille en la etiqueta y que el precio difícilmente podría ser más ajustado.
Un abrazo, hasta mañana.
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