El 1 de septiembre de 1939 los nazis invadían Polonia, campaña a la que se sumarían más adelante los soviéticos estalinistas. La invasión del país finalizó el 6 de octubre de ese mismo año, con la completa ocupación, la división y la anexión por parte de ambas potencias del territorio polaco. Esta invasión marcaba el comienzo de la II Guerra Mundial.
Al mismo tiempo que ocurría tan luctuoso suceso, hace casi 80 años, se vendimiaba la uva que daría lugar al vino que hoy vamos a catar. En España acababa de terminar la guerra civil (el 1 de abril de ese año), otra atrocidad injustificable, y este vino habría de sobrevivir más que muchos de sus potenciales bebedores.
En aquella época la información de la etiqueta no era tan rigurosa como ha de serlo hoy. Sabemos que el vino es un Viña Real, de la Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE), que la añada es el 39 y que viene de La Rioja. Poco más. No conocemos el grado, aunque se puede suponer que sería 13 o 13,5%; no sabemos la uva empleada, aunque cabe imaginar que mayoritariamente sería tempranillo; el color azul de la banda inferior de la etiqueta nos lleva a concluir que es un gran reserva, pero no lo indica por ninguna parte.
Ya hemos probado algún Viña Real por Bebercio, concretamente un crianza de 2007. Son vinos bien estructurados, muy clásicos y con gran potencial de envejecimiento. Un gran reserva envejece mejor que un crianza, como cabría suponer, y hoy lo vamos a comprobar. Aún así, los vinos no son inmortales, y uno casi octogenario corría el riesgo de estar muy estropeado: por eso había que tratarlo con mucho cuidado.
La opción fue llevárselo a Raúl Miguel Revilla, sumiller del restaurante Zalacaín, durante su servicio, para acompañar un gran almuerzo. Él eligió, muy acertadamente, abrirlo como si de un oporto vintage antiquísimo se tratara: degollando la botella para no tocar el corcho. Además, dada su antigüedad, prefirió no decantarlo y simplemente servirlo con cuidado, para evitar airearlo más de la cuenta. Todas decisiones muy acertadas, la verdad.
DOC Rioja
- Granate desvaído, capa media (con su edad cabría esperar que la capa fuese casi transparente). Ribete totalmente pardo.
- Intensidad aromática media-alta (algo también sorprendente para los años que tiene). Muy evolucionado, pero en absoluto estropeado: no hay defectos (de nuevo, increíble). Aromas terciarios predominantes: frutos secos (nuez, cacahuete, anacardo), cuero, salsa Perrins, sándalo, cacao, nuez moscada, café... También rosas marchitas, pasas, oliva negra, queso Taleggio... Deliciosa nariz, muy compleja y variada, sin notas discordantes.
- Suave, ligero y elegantísimo. Acidez fresca, nada disparada (y esto sí es llamativo, porque la acidez nunca deja de crecer con el paso de los años). Seco, muy salino, con cierto umami. Taninos escasos, pero presentes. Persistencia sorprendentemente alta. Genial.
Hay tantas cosas que me han sorprendido que no se qué decir, gracias por compartir tan increíble experiencia
ResponderEliminarCuanta delicadeza, muy interesante, hasta me apetece tomarme un Rioja y no bebo...salud
ResponderEliminarFantastica descripción de una envidiable experiecia!
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