La cervecera estadounidense Flying Dog (de Maryland, para ser exactos) nos gusta mucho por aquí. Casi todo lo que hemos probado ha sido francamente rico, si bien es verdad que a veces se les va la olla y sacan experimentos raros que no terminan de cuajar, como la Jalapeño de su Heat Series, pero se lo perdonamos porque sin innovadores nos aburriríamos.
Ellos son los artífices de verdaderas joyas cerevisiáfilas, como la Horn Dog o la Raging Bitch, que se cuentan entre las elegidas para subir al olimpo cervecero, como también la que hoy os traigo: Gonzo, una imperial porter digna de los olímpicos.
Gonzo es un término que apareció en el año 1970 para referirse al periodismo que llevaba a cabo Hunter S. Thompson, periodismo alejado declaradamente de pretensiones de objetividad dado que, desde el principio, el propio periodista forma parte de la noticia, que se cuenta en primera persona, desde su punto particular de vista y recurriendo a la crítica y la sátira, tanto de la sociedad como del mismo autor y sus lectores. Es una mezcla muy interesante entre noticia, opinión y crítica.
La gente de Flying Dog siempre se ha declarado admiradora de la obra de Thompson, así como de su estrecho colaborador Ralph Steadman, que ilustró varias de sus obras con un estilo muy personal. Actualmente las etiquetas de Flying Dog las ilustra el mismísimo Steadman, haciendo de ellas verdaderas obras de arte que ningún labelófilo (como el que esto escribe) puede perderse. Y eso que he visto pocas etiquetas que sean más difíciles de despegar, caramba.
Hablando de etiquetas, la de esta birra ha cambiado con el tiempo: aunque mantiene la misma ilustración de Steadman (un esqueleto vestido como si fuera Thompson) el diseño general ha variado. La cuestión es que allá por 2012, cuando la descubrí, tenía una etiqueta; al poco tiempo dejaron de importarla, junto con la mayoría de la gama de esta casa, durante un lustro, y este año la redescubrí con la nueva etiqueta (y me llevé un alegrón).
Arriba la etiqueta original, abajo la actual. En esta segunda podéis ver cuán difícil llega a ser separarla: menudos agujeros. El código de barras sigue siendo el mismo, así que la birra no ha cambiado, solo el etiquetado.
Bajo Loxa véis la chapa actual de Flying Dogs.
Tenemos tres catas de esta magnífica porter imperial, dos de ellas de hace cinco años y una reciente, para poder comparar y sacar conclusiones cabales.
Gonzo. Porter imperial estadounidense. 9,2%
Catada el 7 de diciembre de 2012 (1ª cata):
- Marrón oscura, casi negra, con reflejos ambarinos y crema color moka.
- Intensidad aromática alta: naranja, caramelo líquido, toffee...
- Muy cremosa y envolvente, con buen cuerpo y persistencia elevada. Por vía retronasal llegan notas muy evidentes de café negro. Muy rica.
- Marrón nigérrimo opaco con crema color toffee.
- Intensidad aromática elevada: café, cacao, un punto yodado.
- Cremosa, envolvente, con acidez viva y un gran amargor muy duradero. Al final llegan notas de hierbas amargas (diente de león, achicoria).
- Nigérrima, cubierta, brillante y limpia. Crema beige-parda, espesa y duradera.
- Intensidad aromática alta: mora negra, café. Pan tostado, ciruela negra.
- Cremosa, suave, grasa. Redonda, potente. Muy, pero que muy larga. Notas de café y rúcula en retronasal. Grande.
La nariz es muy aromática y variada, con una nota constante (ya sea por vía nasal directa o retronasal) de café, el aroma predominante, y de otros torrefactos (pan tostado, caramelo líquido, cacao). Las notas frutales están presentes, algo digno de admiración en una cerveza tan negra y tan alcohólica. Completando el panorama aromático tenemos olores típicos de lúpulo amargo: rúcula, diente de león, achicoria.
En boca se muestra siempre cremosísima, suave, corpulenta, envolvente y potente. Los distintos sabores están muy equilibrados, haciendo que no resulte difícil beberla pese a su grado y su amargor. La persistencia es otro de los grandes puntos fuertes de Gonzo, que le permite hacer de ella una cerveza de trago reposado y calma a la hora de tomarla. Muy grande.
Servida, por supuesto, en copa de balón, para apreciar todos sus aromas y dedicarle tiempo. Podéis ver el color de la crema que tanto trabajo me costaba definir: moka, toffee, beige, parda...
Es obvio que se trata de una cerveza que puede envejecer sin problemas, así que intentaré localizar alguna con sus años de guarda (o compraré y guardaré, algo a lo que ya os tengo acostumbrados). La propia casa que la produce es consciente de este potencial y saca una edición limitada, embotellada en formato de 75 cl y tapada con corcho, que ha sido envejecida previamente tres meses en barricas de whiskey. Tela.
Gracias por vuestra atención. Besos y abrazos.
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