Al decir que le gustaban los hoteles no me refiero solo a que le gustase alojarse o comer en ellos (que también), sino a que fue responsable de la comisión de gran número de hoteles de lujo por toda España, algo que en aquel entonces escaseaba. Los más siguen siendo referencias de primera línea internacional a día de hoy, la verdad: el Ritz y el Palace en Madrid, el Reina Cristina en San Sebastián, el Real en Santander, el Miramar en Málaga, el parador de Gredos... y el hotel epónimo de Sevilla, el Alfonso XIII.
El sevillano hotel Alfonso XIII es, por derecho propio, una de las atracciones de la ciudad, y uno de los mayores referentes hosteleros del país. La revista Travel+Leisure lo eligió en el año 2015, en su famosa lista de los 50 mejores hoteles del mundo, para ocupar el número 33. Esta publicación tiene un sesgo bestial hacia Estados Unidos y países afines (en lo cultural o en lo geográfico), por lo que la aparición de un hotel ibérico en su lista cobra mayor relevancia. En la lista de este año, según he comprobado, no hay ningún hotel español ni portugués.
La puerta principal del hotel, que da acceso...
...al magnífico vestíbulo. Azulejos pintados a mano, mármol, caoba; todo respira majestuosidad.
Dentro del hotel hay, entre otras instalaciones, un bar, una terraza con cocina independiente y un restaurante de corte más clásico. En este último, de cocina regional con toques innovadores y que está situado en torno al patio central, es donde vamos a comer hoy.
El restaurante, fotografiado desde su acceso. A la derecha, a través de las cristaleras, entra la luz natural desde el patio.
Me consta que, entre los propios sevillanos, existe la percepción de que tanto el hotel como el restaurante tienen precios estratosféricos, aunque he podido comprobar que no es así. No nos engañemos: no son baratos, pero en la página-web se pueden consultar y he visto habitaciones por menos de 200 lereles; la carta del restaurante también está colgada, y el menú del día no llega a los 40. Obviamente en Semana Santa y durante la Feria de abril se alcanzarán cotas prohibitivas, pero el resto del año parece bastante razonable.
Venga, vamos a probar algunos platos:
Vamos a empezar con un aperitivo de la casa. Aquí tenemos una copita de sopa fría de melón. Aunque viene con su cucharita, un servidor se la tomó directamente, como si de un licorcito se tratase. Muy refrescante para ir abriendo boca.
El entrante estrella de la casa: alcachofas en tempura con cremoso de queso de cabra y miel. Decoradas con reducción de soja y tomillo. El maridaje de las alcachofas y el queso con vino es harto complicado; yo opté por una cerveza en su lugar: una Cruzcampo gran reserva 1904.
Tartar de atún con chutney de mango: con salsa teriyaki y acompañado de chips de pan frito, para preparar pequeñas tostas. Para este plato y los restantes el maridaje elegido fue un todo-terreno: cava Non Plus Ultra. Cenar con espumosos es una gozada.
Como plato de pescado, una corvina a la plancha sobre cama de wok de verduras, aliñada con vinagre balsámico.
Si coméis carne, podéis optar por este principal: carrillada ibérica al oloroso con ajo colorao, acompañada por fruta al moscatel y ajonjolí.
El ajo colorao, muy típico de la cocina andaluza, se elabora con patata majada, pimiento seco, tomate, bacalao y comino. Y el ajonjolí es otro nombre por el que se conoce al sésamo (Sesamum indicum).
Ya sabéis mi debilidad a la hora del postre: la tabla de quesos. Esta que veis aquí es la pequeña (imaginad la grande), con cuatro variedades: dos de cabra (rulo y curado al pimentón), manchego curado en manteca y Cabrales. Eché de menos quesos andaluces, particularmente de la Sierra de Grazalema (esas maravillas elaboradas con leche de cabra payoya, por ejemplo).
Eso sí, me descubro ante el acompañamiento: grissini, pan de cereales, tortas de aceite de Castilleja de la Cuesta (una idea fantástica para maridar con queso), nueces caramelizadas, distintas frutas frescas o deshidratadas, aceite de oliva virgen extra...
Por último, un espresso. Si bien el café es muy correcto (algo fundamental), debo reconocer que le faltaba un mayor acompañamiento en forma de petits fours variados, más allá de la solitaria pasta que veis.
San Fernando
Jefe de cocina: Willy Moya
Hotel Alfonso XIII (calle San Fernando 2), 41004, Sevilla
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