Cuando catamos la Westvleteren 8 os emplacé a catarla de nuevo cuando hubiera pasado algún tiempo en la cava: ayer cumplió un año desde que la comprara en la fabulosa In de vrede, la brasserie aledaña a la abadía de San Sixto donde se elabora, y la volví a catar. Y vaya si la impresión que me dio entonces era correcta: es una cerveza de guarda, claramente mejora con el paso del tiempo. Tengo dos más durmiendo el sueño de los justos, así que repetiremos cata conforme corran los años. Os vuelvo a emplazar por estos lares, si todo va bien, para catarla de nuevo.
La terraza de In de vrede hace un año y un día, donde y cuando se compró la cerveza que hoy catamos: ¿os podéis creer que en Flandes hiciera este solazo a principios de mayo? Pues sí; para colmo llovía entonces en toda la Península Ibérica. Vivir para ver.
Westvleteren 8. Cerveza trapense belga (con un año de envejecimiento). 8%
Catada el 7 de mayo de 2017.- Color higado, de capa cubierta, ligeramente turbia, con irisaciones ocres. Crema leonada abundante y persistente.
- Intensidad aromática media-alta e, incluso, alta, conforme aumenta la temperatura (se ha incrementado bastante a lo largo de este año, antes era media-baja). Variedad aromática inmensa: fruta deshidratada (prunas, dátiles, pasas), bayas rojas maduras (grosella, fresa), mermelada de tomate. Cacao, toffee, caramelo, achicoria, tabaco de pipa, hoja de higuera, miel, salvado de trigo, brasas de hogar... y una nota alucinante de melón maduro del que casi empieza a fermentar. Qué pasada.
- Todavía queda carbónico punzante, y el ataque es muy potente (¿se habrá elevado el grado en este año? Ojo, que emborracha). Cremosísima, suave, con mucho cuerpo. Muy redonda: están presentes casi todos los sabores, y todos muy equilibrados: dulce, ácido, umami, graso (lácteo), amargo... Muy larga, con notas terciarias (humo de hogar, más tabaco de pipa, cuero, bayas negras). La pera limonera.
Hoy no aparecen ni Loxa, ni Koch, ni Birno; sino todo un mamut (Mammuthus primigenius), nada menos: la cerveza es, ciertamente, un mamut dentro del mundo cerevisiáfilo. Figura la primera en la lista del gran gurú de la birra, el malogrado Michael Jacskon (nada que ver con el Rey del pop).
Por cierto, la figura del mamut es de la formidable colección que Invicta Plastics elaboró para el Natural History Museum de Londres, nada menos (colección que, con gran orgullo, completé a lo largo de muchos años).
Concluyendo: la paciencia es una gran virtud. No hay color un año después: aquella cerveza joven era maja, punto; esta con un año es formidable, apoteósica. Y habrá que ver conforme pase el tiempo si no alcanza, como creo, cotas incluso más altas.
Gracias por vuestra atención. Besos y abrazos.
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