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domingo, 3 de septiembre de 2017

Fismuler

Del mismo grupo que Las tortillas de Gabino (que sigue contando con su Bib Gourmand, y lleva ya la tira con él) tenemos este curioso restaurante de inspiración escandinava (pero netamente español) en un sótano de los madrileños Bulevares.

Digo lo de curioso porque allí es habitual tener que compartir mesa y, si reserváis una para vosotros solos, os van a hacer levantaros para que otro se siente (o llegar más tarde para dejar que otros se levanten). Así pues, estaréis compartiendo mesa sí o sí.

Y también es curioso porque es claramente una casa reconvertida en restaurante, y uno puede ver las distintas habitaciones según se mueve por el interior. Ninguna de las dos cosas es exclusiva de este local, como tampoco ubicarse en un sótano, pero no deja de ser peculiar encontrar las tres juntas.


La fachada al atardecer, con su entrada hacia el subsuelo y una mezcla de luz natural y artificial (sin flash, oiga). Fotos majas hago, yo me lo digo todo.


Esta es la mesa común principal, por supuesto compartida, vista desde las escaleras de acceso. Aspecto industrial mezclado con mucha madera, rollito escandinavo, como os decía. No es raro que desde esta mesa se escuchen actuaciones en vivo interpretadas desde la recepción, justo tras la puerta de acceso.


Uno de los pasillos donde hay mesas para dos. Además de estar apretaditos (o íntimos, según se vea) tenéis las restricciones horarias... yo prefiero lo de compartir mesa grande, pero allá cada cual.


Otro de los salones, antaño habitaciones. Si os fijáis en las ventanas, se nota claramente que se está bajo el nivel de la calle.


De aperitivo nos pusieron un carpaccio de ternera ahumada, muy escandinavo, que se comió entero mi primo Pedro (con quien ya sabéis voy habitualmente de restaurantes), porque el chache pasa de la carne. Eso sí, me jalé pepinillos y rabanitos, oigues.


Unas ostras aliñadas con remolacha y mantequilla, provenientes de Normandía. Francamente ricas y francamente caras (4,60 € la unidad). 
Por cierto, las algas son de adorno, no intentéis comerlas. Si os ponéis farrucos, como el que esto escribe, lo conseguiréis; pero se quedan en la garganta y hace falta pan para tragarlas ("-¿Cómo se comió usted un buey entero? -A juerza pan", más o menos).


Burrata, higos, algas: una ensalada muy interesante, con mezcla de fruta de temporada, sabores marinos y queso fresco.


Tortilla de ortiguillas: lógicamente, si son del mismo grupo que Las tortillas de Gabino (Grupo La Ancha) uno tiene que probar su tortilla, apenas cuajada. En este caso con ortiguillas (Anemonia sulcata), pequeños pólipos comestibles muy habituales en Cádiz, de donde provenían. Espolvoreada con polvo de espirulina ahumada.


Corvina a la parrilla con kimchi de pak choi y ajada: la corvina (Argyrosomus regius) es otro pescado habitual en las lonjas gaditanas, que alcanza dimensiones muy respetables (he visto en Sanlúcar alguna de 25 kg, aunque hay noticias de individuos que llegan al doble). Aquí acompañada de un clásico de la gastronomía coreana, el kimchi con col china, y otro clásico de la gastronomía occidental española, la ajada (patatas, ajo, huevo, aceite y pimentón).




Fismuler
Jefe de cocina: Nino Redruello
Sagasta 29, 28004, Madrid
+34 918 277 581
http://fismuler.es/
Precio medio: 40 €






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