En el primer caso, los vinos de postre a los que hacemos referencia se han embotellado en esos formatos como primera opción, porque son vinos que se beben despacio y que aguantan tiempo una vez abiertos. En el segundo la primera opción es la botella de 75 cl, la segunda son los magnums de 150, la tercera el doble magnum de 300, etc. Solo en ciertos casos se embotellan en medias botellas, y se suele dejar para estas el vino de menor calidad de toda la partida.
La idea de las medias botellas no es mala (tener un formato adecuado para quien come solo en un restaurante o parejas que solo toman una copa y nada más) pero es cierto que, tradicionalmente, el vino que se obtiene de ellas no es equivalente al de las botellas normales (el proceso inverso pasa en los formatos grandes: se reserva para ellos lo mejorcito de cada partida).
Para nuestro experimento con este formato reducido he elegido una de las referencias más conocidas de la Ribera del Duero, a lo que ha contribuido la fama de la diseñadora de moda Amaya Arzuaga. El que hoy probamos es su buque insignia, como ellos mismos lo denominan, y se elabora con tempranillo y dos variedades francesas: merlot y cabernet sauvignon. 16 meses de crianza en barrica redondean la jugada.
Arzuaga crianza 2013 (3/8)
Bodegas Arzuaga Navarro SL
DO Ribera del Duero
14,5%
Catado el 22 de diciembre de 2017.
- Cereza cubierto con ribete ligerísimamente violáceo aún, pero ya claramente instalado en los cardenalicios (ha evolucionado un tanto, ya no son colores de juventud).
- Intensidad aromática media: fruta en compota (arándano, endrina; también son aromas de cierta evolución: fruta en compota en vez de madura); notas minerales (crayón) y terciarias (humo, tabaco, incluso carne ahumada).
- Suave, envolvente, con un toque bastante salino en el paso y final muy tánico, sin pulir. Le sobra sal y le falta nobleza a los taninos. Persistencia breve.
Efectivamente, no es para tirar cohetes. Habrá que probar otros formatos y comparar, ¿no creéis?
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