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miércoles, 11 de abril de 2018

Dirty Martini

Tras el cliffhanger de ayer retomamos la cuestión...

¿En qué caso le sienta bien la oliva al Dry Martini? Cuando no es un dry, sino un Dirty Martini.

¿Y eso qué es? Pues una de las incontables variaciones sobre el tema del cóctel que veíamos ayer. La cuestión es que, dentro de esas incontables variaciones, la de hoy me parece la más interesante y apetitosa y, tal vez, la única digna de ser considerada como un cóctel diferente (y como tal aparece en Bebercio).

La cosa es tan simple (o tan complicada) como preparar un Dry Martini y, a continuación, añadirle un buen chorretón de salmuera de olivas (la cantidad varía según gustos, pero debe ser claramente perceptible visual, olfativa y gustativamente).

Resulta obvio que dichas olivas deben venir de una lata de olivas en salmuera, ¿verdad? Lo digo porque uno nunca puede subestimar la capacidad de liarse de la gente, y por ahí va un propio y le añade aceite de oliva al cóctel y luego me cuenta que mi recomendación es repugnante. Reitero, pues, que se trata de salmuera de olivas en salmuera, que conste en acta.

El cóctel resultante se parece mucho al Dry Martini canónico, pero es turbio y no transparente, tiene un aroma con notas evidentes de oliva de mesa y es agradablemente salino en boca. Y, obviamente, agradece ser adornado con una, dos y hasta tres olivas ensartadas en un palillo, que le dan un toque visualmente formidable al conjunto, las cosas como son. Olivas y punto, por favor; vuelvo a especificar por si el propio antes mencionado decide usar como ornamento olivas con anchoa, con pimiento o con cualesquiera otros rellenos. No: olivas y nada más.

¿Y esto? Pues el rizo rizado: deconstrucción de un Dirty Martini en el desaparecido Sergi Arola Gastro. Espuma de vermú, gelatina de ginebra y esferificación de oliva.

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