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lunes, 9 de abril de 2018

Lágrimas negras

Algo curioso: un restaurante que ya no está, y lo publico cuando ya no se puede ir (como tal). Me explico.

A principios de esta década, no sé si 2010 o 2011, visité por primera vez el hotel Puerta América, en Madrid, que es una cucada en la que cada elemento ha sido diseñado por un arquitecto diferente: cada una de las plantas (y son unas cuantas), la fachada, el vestíbulo, el garaje... Arquitectos de primer orden (varios con el Pritzker a cuestas), diseñadores, artistas gráficos... de todo.

La fachada del Puerta América es obra de Jean Nouvel.
Al fondo, a la izquierda, Torres Blancas, de Sáenz de Oiza.


Este hotel contaba (y todavía cuenta) con varios restaurantes, de los cuales el de mayor gama era, precisamente, Lágrimas Negras. El interior estaba diseñado por Christian Liaigre, diseñador de interiores, yates y muebles, dentro de la idea de que cada parte del hotel esté diseñada por una celebridad distinta.

Liaigre optó por predominancia del negro, techos muy altos, grandes ventanales e iluminación atenuada.

Aquí tenemos la sala cuando era el restaurante principal del hotel: podéis ver que los techos son tan altos como para meter un segundo piso parcial; los enormes ventanales se atenúan con celosías y se emplean grandes lámparas que, no obstante, dan poca luz. Atención al pernil para servir platos de jamón recién cortado.


El restaurante pasó por las manos de los chefs Iván Sáez y Juan Carlos Delle Vedove (que yo sepa) y, en 2017, se cerró para ser reformado y reconvertido en un bar de tapas.

La decoración es básicamente la misma, pero la mayoría de las grandes lámparas y las mesas formales han desaparecido, las celosías se han abierto y el blanco ha ganado algo de terreno, dejando lugar a un espacio perfectamente reconocible pero más informal, que ya no es el restaurante principal del hotel sino un lugar más distendido (que ya no se llama, por cierto, Lágrimas negras):

Parece igual, pero no lo es: mesas bajas de cóctel, sofás, menos lámparas... Así luce actualmente.


En su momento era un restaurante interesante, con precios no muy disparatados (sobre todo el menú ejecutivo de mediodía), carta cambiante y una bodega envidiable (Juan Antonio Herrero, Nariz de Oro 2004, fue sumiller aquí durante un tiempo). Lo echaré de menos pero, afortunadamente, pude pasar alguna que otra vez (tampoco tantas) y, así, dejar constancia aquí y ahora. Veamos qué se podía comer:

Esto tan gracioso, para ir abriendo boca, era un pan de hojaldre con pipas de girasol y calabaza; simplemente para juguetear (gastronómicamente hablando) al principio.


Un clásico como la ensalada César, reinventado con cogollos (en vez de hojas) y tiras de pollo (en lugar del filete entero).


Otro clásico, en este caso un plato pescador del norte de España: marmitako. Atún, bonito y patata, en un guiso de cuchara delicioso.


Aquí, un plato de picantón con champiñón (el picantón es perfectamente reconocible). Todas las fotos están hechas con la luz ambiental, lo que demuestra que, aunque la iluminación era tenue, no era insuficiente.


Entrecot de buey a la plancha con alcachofas: donde la voz cantante la lleva la calidad de la materia prima. Un plato difícil de maridar: el buey pide un tinto con cuerpo, pero las alcachofas lo destruirían. Un madeira las aguantaría bien, pero a la carne no le iría del todo. Mi recomendación: una buena tripel, estilo de cerveza belga de abadía. Un verdadero todo-terreno.


Empezamos con los postres: aquí, fresas gratinadas con helado de queso. Todo un hallazgo, una gran combinación. Presentado en vajilla de fantasía.


Y, si nos hemos quedado con ganas de helado, bien podemos optar por este dúo de chocolate negro y chocolate blanco espolvoreado con cacao natural. Hermosas quenelles.


Para terminar, café y petits fours. Buen café y, además, la posibilidad de continuar la sobremesa: bien en el propio restaurante (el carro de tés e infusiones solo era comparable al de destilados), bien en el bar del propio hotel, al otro lado del vestíbulo, y con una agradable terraza cuando el tiempo acompaña.




Lágrimas negras
Cerrado
Hotel Puerta América (avenida de América 41), 28002, Madrid
+34 917 445 400
https://www.hotelpuertamerica.com/
Precio medio: 40 €









2 comentarios:

  1. Estuve allí dos veces y me gustó mucho, me ha dado pena que se cerrara, habrá que ir a conocer el bar de tapas.

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    Respuestas
    1. El restaurante principal ahora es Karrara (la antigua terraza del Marmo Bar, que ha dejado de ser estacional para ser permanente). Tiene platos de elaboración sencilla francamente interesantes, donde el protagonista absoluto es la materia prima. Habrá que hacerle una entrada individual.

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