El elegido esta vez es la Hostería del estudiante (sé que suelen escribir "Estudiante", con mayúscula, pero eso es entrar en los convencionalismos anglosajones y no me termina de convencer), que es nada menos que el segundo Parador de turismo (también suelen escribir "Turismo", qué pereza) que abrió sus puertas, allá por 1929, tras el de Gredos, que fue el primero (y por el que ya hemos pasado).
Durante ocho décadas el Parador de Alcalá de Henares fue atípico, en tanto en cuanto no tenía hotel sino que únicamente constaba del restaurante en el que hoy vamos a comer. Hace algo menos de una década abrió sus puertas la parte hotelera, justo frente a la gastronómica. Y todo ello a espaldas del magnífico rectorado, una de las cumbres de la arquitectura plateresca (la Hostería ocupa parte del antiguo Colegio Menor de San Jerónimo, en el llamado Patio Trilingüe del rectorado).
Este es el Patio Trilingüe desde los soportales que lo rodean, con el fabuloso trío de cipreses que lo habita. Se llama Trilingüe porque en él se enseñaban latín, griego y hebreo. Y el muro desde el que está hecha esta foto es compartido por la Hostería.
Hablando de todo un poco, este es el moderno Parador, fotografiado desde la Hostería, al otro lado de la calle. Se inauguró en 2009, 80 años tras la inauguración del restaurante.
Y esta es la entrada principal al restaurante, desde la calle Colegios. Los tres cipreses del Patio Trilingüe se aprecian claramente tras el edificio.
El restaurante, desde luego, tiene solera (ocho décadas, como digo, nada menos). En este momento y en función de la dirección que tiene responde al sobrenombre de Especia, pero como en esta entrada hago referencia a toda su historia dentro de Paradores y a todo su bagaje dentro de la Universidad de Alcalá, me sigo refiriendo a él como Hostería del estudiante. La primera vez que estuve no se llamaba Especia, y quién sabe cómo se llamará cuando vuelva la siguiente.
El zaguán que da acceso al restaurante. La luz de la izquierda viene de la calle Colegios; la de la derecha del Patio Trilingüe. Buena colección de botellas sobre la barra.
El local es muy clásico, obviamente, y la cocina, de forma también bastante obvia, es castellana y manchega con especial énfasis en platos relacionados con la literatura cervantina (que para eso Cervantes fue hijo de Alcalá), aunque con ciertos guiños a la modernidad en las elaboraciones.
Estos platos de los que os hablo incluyen los duelos y quebrantos, las migas alcalaínas o formidables piezas de vacuno; platos que no vais a atisbar por esta entrada porque un servidor no come carne y su padre, alcalaíno de adopción, come como un pajarillo (son todos platos harto contundentes). Disculpadme si los esperabais: a cambio os traigo otros la mar de interesantes y menos habituales.
Techos altos, artesonado de madera, grandes lámparas de forja, chimenea presidiendo... todo respira gusto clásico castellano.
La carta de vinos también está centrada en el ámbito del Parador: hay especial énfasis en los vinos de la DO Vinos de Madrid, después en los castellanos y, finalmente, en el ámbito nacional. Hay alguna cuestión internacional, pero de forma muy minoritaria.
Venga, vamos a empezar a comer, que se nos hace la boca agua:
El surtido de panes incluye blanco, integral y de aceite (este último especialmente interesante). Atención al platillo, de estaño macizo y con el logo de Paradores.
Durante los meses de calor se puede perfectamente empezar con este sugerente gazpacho de aguacates, lascas de salmón, burrata y encurtidos. La textura era perfecta y el aguacate sabía de verdad.
He aquí un primero la mar de apetecible: parrilla de espárragos verdes y blancos, con endivias y salmorejo de remolacha amarilla. Y el plano cenital quedó bien chulo.
Hablando de planos cenitales y platos sugerentes, aquí tenéis este cabracho soasado con tartar de tomate y mejillón que no se salta un galgo. Ni una sola espina encontré, algo muy meritorio.
Este segundo era una sugerencia del día, así que es probable que no lo encontréis si vais por allá tiempo tras esta entrada: trancha de rodaballo a la parrilla, con donostiarra y patatas encebolladas. Podéis comprobar, tanto en este plato como en el anterior, que la vajilla sigue llevando el logo de Paradores.
Cítiricos en texturas, sorbete de limón, salsa de yuzu: uno de los guiños a la cocina contemporánea de los que antes os hablaba. Muy refrescante y digestivo.
Helado de queso con granizado de manzana verde: el helado era artesano, por lo que el sabor del queso era nítido y distinguible. Postre contundente, por supuesto, pero muy equilibrado gracias al frescor del granizado.
La Hostería es otra razón más para acercarse a Alcalá de Henares, algo que siempre recomiendo desde estas páginas. Yo procuro hacerlo tan a menudo cuanto me sea posible.
Hostería del estudiante
Jefe de cocina: Julián Martín Bermejo
Colegios 3, 28801, Alcalá de Henares
+34 918 880 330
http://www.parador.es/es/paradores/parador-de-alcala-de-henares/gastronomia
Precio medio: 50 €
Muy interesante, pero hay cosas que no entiendo. Se suplican explicaciones.
ResponderEliminarA ver, las cosas que pueden haber quedado un poco en el aire: la burrata es una variación de la mozzarella rellena de crema mantecosa (entre nata y mantequilla); la donostiarra es una salsa para pescado a base de ajo, guindilla, aceite, zumo de limón y perejil; soasar significa asar ligeramente; finalmente, el yuzu es un cítrico proveniente de extremo oriente (Citrus junos). Espero haber aclarado las dudas.
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