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lunes, 17 de junio de 2019

Sangría

Empiezo con una de mis clásicas comparaciones, que me han hecho famoso en el mundo entero: la sangría es al bebercio español lo que la paella a su comercio. He dicho.

Ahora me voy a las citas que, clásicas también, me han granjeado igual fama mundial: nos dice La Enciclopedia (Salvat Editores SA, 2003) que sangría es, en su primera acepción, la "evacuación artificial de cierta cantidad de sangre con un fin terapéutico" y, en su quinta, de forma figurada, una "bebida hecha con agua, vino tinto, azúcar y limón u otros aditamentos". ¿Por qué figurada? Pues porque el vino tinto y el cítrico, juntos, le dan un tinte parecido al de la sangre, pequeñuelos míos.

Vale, eso por la parte enciclopédica. Según la UE, que vela por la sangría como una Indicación Geográfica Protegida, esta solo puede provenir de España y Portugal (sí, sí, de toda Iberia, no me seais ultranacionalistas) y consiste en...
"una bebida a partir de vino aromatizado con fruta cítrica (natural o su extracto), con o sin zumo de cítrico [no se especifica limón, ojo], con posible adición de especias, edulcorada y [atención] carbonatada, con un grado inferior al 12%"
Vale, entonces, para que nos entendamos: en primer lugar, lo que va entre corchetes es cosa mía. En segundo, yendo al grano: resulta que la sangría, según la Unión Europea, tiene gas y cítricos, pero da igual si es vino tinto o blanco o, como el de Asunción, no tiene color. Jarl.

Ahora, al grano, al turrón: ¿qué digo yo, que es lo que venís a leer? Pues que vino tinto sí, y vino blanco... nones. Eso es sangría blanca, que es un invento, que no tiene nada que ver con el color de la sangre, que se ha popularizado poco ha... llamadme purista, o guapo, pero yo diría que no.

Después, ¿qué fruta? Pues hay opiniones para todos los gustos, aunque parece que la cítrica lo peta y triunfa. Pero se le pueden añadir melocotones, ciruelas, uvas, melón... lo que nos dé la gana. ¿Es sangría si lleva pasas? Yo qué sé. Diría que no es lo habitual, pero vaya usted a saber.

Continuamos... ¿carbonatada? Aquí no estoy demasiado de acuerdo. Si queréis burbujas, usad soda o sifón; nada de refrescos de limón o de naranja, por favor.

Para terminar, ¿adición de especias? Pues sí: sobre todo canela, ¡venga canela! y nuez moscada. El resto... un servidor se estaría quietito, pero es cosa vuestra. ¿Con clavo o vainilla? Ni idea, oiga. Y el azúcar resulta obligatorio. Así que esto va a emborrachar cosa fina.

Por ningún lado se dice, y aquí vengo yo a solucionarlo, que la sangría lleva hielo porque se bebe fría. No es un ponche al uso, ni un glühwein, ni un grog; es sangría. Ah, y que se suele servir desde una jarra de litro o más y con una cuchara de madera para evitar que los trozos de fruta (que deberían estar presentes) o los hielos caigan a la copa o vaso.

Y es el cóctel español por excelencia (y también portugués, no nos olvidemos) que, no obstante, beben mucho más los guiris (y vaya borracheras se enganchan con él) que los autóctonos, salvo de adolescentes, en fiestas de pueblo o de fin de curso.

¿Y esto? Pues toda una institución en lo que a sangría se refiere: las Cuevas de Sésamo, en Madrid.
Y sí, se trata de un piano-bar, como atestigua la foto. Y su especialidad es la sangría.

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