Pues resulta que hemos catado ocho cervezas, si las cuentas no me fallan, de los de Koningshoeven, incluyendo ediciones limitadísimas que ya están descatalogadas, y no habíamos catado la rubia básica. Caramba.
Aunque la ale rubia es habitualmente la primera cerveza que elaboran los monjes trapenses en sus abadías, con mayor o menor grado, esto no siempre es así: los de La Trappe han tenido ajetreo en lo que a sus birras se refiere, pero cuando empiezan a ser los monjes los que se encargan y no solo prestan el nombre (matiz fundamental), empiezan por la dubbel y la tripel, en 1987. No es hasta 1992 que aparece la que hoy catamos. Y no es hasta 2005 que los monjes se responsabilizan de veras y consiguen el logo de "Authentic Trappist Product".
Tras este rollo tan docto, catemos, por fin, la birra en cuestión:
La Trappe blond. Cerveza trapense neerlandesa. 6,5%
Catada el 20 de mayo de 2020.
- Dorada turbia con crema blanquecina que, pese a no durar mucho, deja una fina capa hasta el fin de los tiempos.
- Intensidad aromática media: mucha malta. Galleta, cereales de desayuno, gachas, papilla... y ni rastro de lúpulo, oiga, aunque lo busco denodadamente.
- Empieza dulzona, con paso graso y no muy fresco. El final no es ni amargo ni seco en modo alguno, y tampoco especialmente largo. Sin ser mala en absoluto, tampoco es para tirar cohetes.
Servida en su cáliz sobre su posavasos (que viene desde la propia abadía, y traído por un servidor, más chulo que un ocho). Loxa sujeta la chapa para que veáis bien la B.
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