El aeropuerto de Ámsterdam, conocido como Schiphol por su ubicación precisa, no está, en realidad, en Ámsterdam, sino en Harlemmermeer, un municipio cercano (algo que ocurre con multitud de aeropuertos; los demás no es que estén en el propio municipio, sino que están en uno lejano).
Schiphol es uno de los aeropuertos con mayor tráfico no ya de Europa, sino del mundo mundial (que diría Manolito Gafotas), y no es raro tener que transbordar en él cuando se vuela indirectamente a algún destino, sobre todo (pero no solo) europeo. Así que mejor si nos lo conocemos un tanto.
Este aeropuerto tiene, en realidad, una única terminal, con tres de los citados lounges, o grandes espacios, que llevan a numerosísimas puertas de embarque.
Entendámonos: el aeropuerto tiene pistas para aburrir, y cubre una superficie despampanante, con pistas que incluso pasan sobre autovías (servidor lo ha hecho), pero todo converge en torno a la gigantesca y única terminal. Que es un laberinto.
A ver, de los tres lounges, solo el primero es Schengen. Así que si queréis pasar a los otros dos, necesitáis pasaporte. No necesitáis viajar fuera del espacio Schengen, pero sí un pasaporte válido. El primer lounge es, hablando en plata, un truño; y, por cierto, tiene un remedo del restaurante al que vamos hoy, remedo que no vale un poroto. El del lounge 1 ya no es Bubbles, aunque lo podáis leer por allí o, sobre todo, ver en los Internetes. No. Lo fue, pero eso ya pasó, desde finales de septiembre de 2023.
Si pasamos los controles de seguridad y llegamos al lounge 2, allá como en el medio vamos a ver una barra cuasi-elipsoide gigante, unas cuantas mesas alrededor, esferas doradas en los techos y mucha tienda pija y requetecara alrededor. Hemos llegado a Bubbles.
Según nos acercamos parece hasta un restaurante pequeño, eso sí: rodeado de tiendas caras de ropa de marca. Las burbujas que le dan nombre se hacen evidentes, ciertamente...
...y aquí las tenemos, en todo su esplendor, cubriendo el falso techo. Y vemos el núcleo de la barra, también.
He aquí, desde el lado contrario, el restaurante. Este es el ángulo bueno, no nos engañemos: sentaos acá cuando vengáis. ¿Es un bar-restaurante de aeropuerto? Cien por cien. Pero se puede disfrutar: no es un barucho ni una hamburguesería cutres. Tiene su punto: el de esta foto.
"¿Oiga, sumiller de pacotilla, y aquí qué se come?" os escucho clamar. Y razón tenéis. A ver, se hace llamar seafood & winebar, así que vamos a comer marisco y beber vino. ¿Y si no queremos ni vino ni marisco? Pues regular. ¿Cerveza? Heineken, y punto. ¿Hay cosas de comer aptas para vegetarianos? Alguna, como ahora veremos, pero poquis. Bubbles es lo que es, y ni una pizca más.
Tres ostras Ámsterdam (para eso estamos junto a la capital, oiga): sabéis que las ostras son mi debilidad, y estas son excelentes: frescas, carnosas, aromáticas, bien abiertas. Y aunque no son las más caras del universo mundo, que las hay disparatadas por aquellos lares (en plan seis pavazos la unidad); baratas, lo que se dice baratas, no son.
¿Usted pasa de carne, pescado y marisco? No problem, aquí tenemos una variación vegetariana (pero no vegana) de los
huevos Benedict: los Eggs Florentine, que sustituyen la panceta por espinacas. C***nudos, oiga. El pan es brioche ligeramente pasada por la plancha: tan contundente como deliciosa. Y toda esa crema holandesa....
Si queréis los huevos Benedict tradicionales, con su panceta, también los tenéis; y la versión sin carne pero con pescado, que sustituye el bacon por salmón ahumado, también está disponible.
La cuestión es que Schiphol tiene la torta de restaurantes, y casi ninguno vale gran cosa: todos son parte de cadenas ultra-occidentales archiconocidas que no aportan valor añadido alguno. Encima estamos en un gran aeropuerto, así que todo va a ser más caro de lo que debería.
Dados estos parámetros, he aquí mi opción, opción donde recalo cada vez que paso por allí. Se palma pasta, las cosas como son; aunque no un disparate. A los amantes de la birra no les va a rentar, así que absténganse; los enófilos son bienvenidos, sobre todo para catar blancos y espumosos (nada de tintos).
Opciones veganas: casi nulas. Vegetarianas: algunas. Sin carne: prácticamente todas. El servicio es majo, hablan un inglés decente y te prestan atención.
El horario es raruno, porque puedes empezar a beber a las 6:30 (o_O), pero te echan el cierre a las 21:00 (:-|). Creo que es la primera vez en diez años que uso emoticonos, aunque diría que vienen muy a cuento para expresar the mood. Caray, hoy estoy pedante a tope. Lo que tiene ser sumiller... ¡Pedante!
Bubbles Seafood & Winebar
Jefe de sala: como que no; si hay uno ejecutivo no tengo ni idea
Schiphol Airport, Lounge 2, 1118 AS Schiphol
Teléfono: buena pregunta
https://www.schiphol.nl/en/at-schiphol/eat-and-drink/facilities/bubbles-seafood-and-winebar
Precio medio: de 30 € no te veo bajando aunque te esfuerces
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