Primera entrada de agosto, y estamos de enhorabuena.
Vamos a catar un PX viejísimo, pero no porque estemos ante un VOS (que sale de la bodega con una edad mínima de 20 años) ni ante un VORS (mínima de 30), sino porque nos encontramos ante una botella olvidada (o guardada voluntariamente) en una cava durante la tira de años (en este caso, 46).
Obviamente, siempre existe el riesgo de que el vino se haya estropeado, incluso cuando hablamos de generosos de pedro ximénez, que ya están oxidados de salida y tienen tanto alcohol y azúcar residual que no hay microorganismo que pueda con ellos; y son tan negros que no hay luz que les afecte (hay que conservarlos bien, en cavas oscuras, a temperatura fresca y constante, sin humedad ni vibraciones, por supuesto).
Viña 25 era el PX básico de las bodegas Domecq, y el nombre respondía al de la parcela donde tenían plantada la uva que daba lugar al vino. En el año 2008 el gigantesco grupo Caballero (los del ponche) adquirió cuatro etiquetas de Domecq: el celebérrimo fino La Ina, el amontillado Boltaina, el oloroso Río Viejo y el PX que hoy nos ocupa. Como en 1990 el mismo grupo había absorbido Lustau, a veces se ve por Internet que Viña 25 pertenece a esta última, pero es un error. Y en 1978 ni os cuento.
Me pusieron por delante una copa, sin especificar lo que era, en el restaurante Saddle, a ver si acertaba (juegos entre sumilleres). A la primera, oiga: un PX viejísimo. En realidad no tiene tanto mérito: la variedad está muy bien expresada (el pan de higo y la algarroba en nariz, el dulzor fresco en boca); la turbidez y color de la capa delataban la edad.
- Capa parda, turbia, con mucha materia en suspensión. Ribete topacio, lágrima aún abundante.
- Intensidad aromática media-alta: pan de higo, café, algarroba, dátil, cacao, limaduras de hierro, cuero, genciana.
- Ataque dulcísimo, pero nunca empalagoso. Vivo, con cuerpo medio (teniendo 46 años, ojo). Final con taninos todavía presentes. Largo, con notas de café y té negro. Estupendo.
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