Ayer fue el día de los Inocentes, así que os voy a hablar de una inocente injustamente condenada tiempo atrás.
Allá por 1610 a la pobre Quintine de la Glisserie decidieron quemarla, por bruja, junto a otras cuatro mujeres, en el pueblo de Ellezelles (Valonia, Bélgica). ¿Su pecado? Pues no tengo ni idea, pero como de costumbre con estas cosas de la brujería, seguramente haber demostrado que era una mujer independiente.
Con el paso del tiempo, Ellezelles (que en francés viene a sonar como "ellas solas") ha decidido que le gusta su pasado embrujado y que le pueden ir dando a los que siglos atrás quemaron a la buena Quintine, porque es a ella a quien van a conmemorar y no a sus ejecutores, cuyos nombres se han olvidado siglos ha.
¿Cómo lo hacen? De varios modos: desde 1972 celebran un festival relacionado con la brujería; tienen un pasacalles con gigantes entre los que se cuenta Quintine, y la cervecera local (Ellezelloise) elabora una serie de birras bajo el nombre Quintine. Y hoy catamos la rubia, presentada en una botella muy cuca con flip-top.
- Ámbar anaranjado, turbio, con irisaciones verdosas. Crema blanquecina, espesa y persistente.
- Intensidad aromática media-alta. Notas de levaduras belgas, que recuerdan a hierbas balsámicas (menta, eucalipto, poleo); también cítricos (naranja, limón), croissant, miel...
- Seca, fresca, con mucho cuerpo. Final duradero, con amargor prolongado. Muy rica.
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