La de hoy, como últimamente pasa, viene de Canadá: en este caso de Victoria, la capital de British Columbia, en la isla de Vancouver (extremo sudoccidental de Canadá).
¿Y qué tenemos aquí? Pues maltas de cebada y de trigo, lúpulos, levadura, bacterias (Lactobacillus), semillas de cilantro y sal marina de la mismísima isla de Vancouver (para qué irse más lejos, la verdad).
La elabora Driftwood Brewery, sin filtrar, en botellas de 65 cl. Ilustración formidable que nos lleva al poema que ellos mismos reproducen en la etiqueta:
Hear my cries through the mist, gentle sailor,
That your skiff may be tethered unto.
Though the moonlight is pale, and I paler,
In the black river, brack with my tears,
Let my song reach your ears,
Let me reach my availer,
That tomorrow the cries are for you.
Bastante sombrío: se basan en las nixes de la mitología germana, ninfas que atraían con sus cantos a los paseantes y hacían que se ahogasen en las aguas. Caramba con la birrita.
Cry Me a River. Gose canadiense. 5%
Catada el 12 de septiembre de 2018.
- Amarillo pajizo turbio con burbuja visible y crema nívea espumosa y muy efímera.
- Intensidad aromática baja: cilantro (claro), limón, lima, pomelo, hierba luisa, copos de avena.
- Carbónico punzante. Ligera, muy viva, algo acuosa. Final breve y sin amargor. No está mal, pero no es para tirar cohetes.
Fijaos en la etiqueta (perdón por el flashazo), que no tiene desperdicio.
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