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martes, 1 de octubre de 2019

Casa Pepa

Me voy a currar un asíndeton: en la serranía de Denia, provincia de Alicante, en la población de Ondara, frente al Mediterráneo, entre naranjos, fundó Pepa Romans, en 1986, el restaurante que lleva su nombre. Venga, siete comas seguidas.

En el albor de un nuevo día, desde la playa de Les Marines, se intuye la serranía al fondo, entre nubes.


Pues es que vamos a empezar octubre como está mandado: empieza mes y tenemos foto de un amanecer, nos empleamos a fondo con el castellano, y vamos a comer en un restaurante muy especial.

Ondara es un municipio de la Marina Alta, que cuenta con casi 7000 habitantes (no es poco) que, pese a estar cerca del mar, se enclava en la montaña. Allí, Pepa abrió hace tres décadas, en mitad de una plantación de naranjos a las afueras de la población, en una casa de campo, un restaurante que empezó dando de comer a la gente del pueblo y ha terminado ganándose una estrella Michelin, ahora con la segunda generación, también femenina, al frente.

Del amanecer al atardecer: el restaurante, tras ponerse el sol, aparece en un camino de servicio entre naranjos, en el paraje de Pamís.


Esta es la entrada, con el nombre iluminado, a la que se llega, necesariamente, en vehículo propio (hay un amplio aparcamiento entre palmeras). Lo que veis al fondo es la cocina, donde Tona Ballester, hija de Pepa, dirige.


Con la cocina tradicional de la Marina Alta como referente y numerosos giros actuales e innovadores, nos vamos a encontrar una cocina mediterránea con producto de temporada, énfasis en los frutos del mar y los cítricos, y guiños a Oriente.
Pero no nos adelantemos, que quiero enseñaros un poco más el lugar:
Este es el impresionante jardín, con palmas y olivos, en el que desemboca la sala. La verdad es que no hay una diferenciación real entre sala y terraza, más allá de lo que unos paneles modulares permiten aislar y un reservado para algo más de una docena de comensales, así que mentalizaos de que vais a terraza (a un servidor le encanta, y creo que a todo hijo de vecino).


Lo que os decía: todo terraza. El reservado está bajo la techumbre de madera, pero no es un cerramiento estanco, ni mucho menos. Podéis ver que con paneles y toldos se podría cubrir todo si fuese menester.


A lo que veníamos, ¿verdad? ¡A comer bien! Empezamos con los aperitivos de la casa: gazpacho de sandía (en el vasito frío), coliflor y caviar de salmón (en la cucharita doblada) y berenjena ahumada (en el platito, obvio).


Tras los aperitivos, el entrante: tartar de atún con escabeche de almendra. Servido en vajilla de fantasía.


¿Qué tenemos aquí? Una formidable ostra valenciana con granizado de manzana y espuma de haba tonka. Ya sabéis que, en general, me gusta que las ostras hablen por sí mismas, ya que son un manjar sin necesidad de ornamentos; no obstante, esta espuma y este granizado no le iban nada mal, debo decir.


De molusco genial a molusco genial, y tiro porque soy fenomenal: vieira jumbo, tabulé, vinagreta de naranja (de naranja de los naranjos entre los que está el restaurante). Las vieiras, un segundito a la plancha caliente y al plato. Qué ricas, y qué foto más maja me quedó. oiga.


Cigala de playa tibia con gazpachuelo: esto está muy rico. A ver, el gran problema de la cigala, todos lo sabemos, es que hay que pelearse con ella para pelarla y tomársela; yo, mal está decirlo, soy un virtuoso, pero la mayoría de la gente desiste y solo la usa para darle sabor al arroz. Aquí ese problema desaparece: perfectamente limpia, carnosa y sabrosa, nadando en gazpachuelo. Ojo, que el gazpachuelo y el gazpacho no son los mismo: el primero, originario de Málaga, se hace con caldo de pescado y yema de huevo, y no con tomate; además lleva, al igual que el otro, aceite, pan y agua. Ah, y se sirve caliente, no frío.


El plato principal, si no coméis carne como un servidor, es un pescado de palangre; en este caso corvina (de palangre, como digo) con escabeche de piñones y ajo negro.


El prepostre, para limpiar la boca tras la cena (en nuestro caso) o el almuerzo: limón y romero, sorbete y crema, todo artesano y del entorno (o, incluso, del huerto del propio restaurante).


Jo, otra foto estupendérrima: Mousse de chocolate blanco, yogur y frutos rojos. Un postre ligero, algo que se agradece, sobre todo tras ponerse el sol.


Terminamos con un estupendo café y sus petits fours: macarons de pistacho, trufa de chocolate negro y gelatina de coco. Gran cierre, sobre todo si se acompaña, como hizo vuestro sumiller de cabecera, de un fabuloso Don PX gran reserva del 88.



Casa Pepa
Jefe de cocina: Tona Ballester Romans
Partida de Pamís 7-30, 03760, Ondara (Alicante)
+34 965 766 606
http://www.restaurantecasapepa.com/
Menú de temporada: 65 € / Menú degustación: 85 €










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