Cuando catamos El Corralón 2018 os dije que la sierra de Gredos llevaba años peleando por lograr DO propia, pero que aún no lo había logrado; debo reconocer que no era del todo cierto, porque en 2017 apareció la DO Cebreros, en el sector oriental de dicha sierra, totalmente inserta en la provincia de Ávila (estamos hablando de España todo el rato, por cierto).
Gredos abarca cinco provincias españolas, de las que Ávila es una de ellas; y no solo en ella se elabora vino: sin ir más lejos, el vino que os he mencionado más arriba es toledano. No obstante, la DO Cebreros está totalmente enclavada en la sierra de Gredos, por lo que la información que os di en aquella entrada no era totalmente veraz. Mis disculpas.
El caso es que, hasta la fecha, no habíamos catado ningún vino de esta flamante DO, y hay que ponerle remedio inmediatamente. Así pues, vamos allá, con un tinto elaborado con la uva estrella de esta zona: la garnacha, y de viñas viejas (entre 50 y 70 años). Ocho meses de crianza en tinas de roble francés (de 5500 litros, nada menos) y un nombre no demasiado bien escogido (¿en serio, un guion bajo?), la verdad.
- Cereza desvaído. Capa abierta, ribete grisáceo. Casi parece un rosado.
- Intensidad aromática reducida: flores rojas, hojas de fresón, higuera. Sutil, hay que prestarle atención (pero la merece).
- Salino, vivo, taninos por pulir (yo le daría medio año más de guarda como mínimo). Final breve, con rastros de salinidad. Muy interesante y muy respetada la variedad. Me gusta.
Un vino muy honesto, que respeta la variedad y el terruño: es lo que es, una garnacha de Cebreros. A mí me encanta, pero no esperéis bombas de color, aroma y sabor, porque es todo sutileza y delicadeza. La botella sale a 11 eurípides.
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