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miércoles, 6 de octubre de 2021

Cristal 2004

La película de 1995 Four Rooms consta de cuatro segmentos, cada uno de ellos dirigido por una persona diferente. El resultado final fue, a mi entender, bastante malo; no obstante el último segmento, The Man from Hollywood, es interesante y, de nuevo a mi entender, tal vez lo mejor que haya dirigido nunca Quentin Tarantino (y sé que al decir esto me meto en tremendo jardín: dejad vuestras ideas en los comentarios acerca de lo muy superior que es vuestra película favorita del director, y así se anima esto un poco. Hacedlo. Por cierto, os digo de antemano que sí, he visto toda su filmografía).

El caso es que, en dicho segmento y al margen de su trama (no spoilers here), hay un protagonista claro, más allá de Tim Roth, de Jennifer Beals, de Bruce Willis, Paul Calderon o el propio Tarantino: el champán Cristal. Os recomiendo ver el segmento (solo ese, el resto no) para que lo comprobéis, pero para tener un doble seguro, os dejo estos segundos en los que queda claro lo que Quentin opina de nuestra cata de hoy:

Es difícil ser más parcial hacia un espumoso en particular.

En fin, a lo que yo iba: Cristal. El cuvée de prestige de la casa Louis Roederer, considerado el primero de todos los tiempos, tiene una historia tan disparatada como su precio (de 200 a 250 lereles). Os cuento: Alejandro II, zar de todas las Rusias, vivía permanentemente asustado ante la perspectiva de ser víctima de magnicidio. No es que fuera paranoico: atentaron contra su vida al menos media docena de veces y, al final, se lo cargaron no con una, sino con dos bombas. No es paranoia si de verdad van a por ti.

Como al zar le gustaba lo bueno, le encargó un champán fetén a Louis Roederer, pero le impuso que viniera en botellas transparentes e incoloras para evitar que le escondieran una bomba entre ellas que pudiera pasar desapercibida. El pobre de Louis no sabía qué hacer, pero terminó encargándole la tarea a un maestro vidriero flamenco, que sustituyó el vidrio por cristal, con todo su plomo. Había nacido Cristal, y con él la noción de cuvée de prestige. Durante casi 70 años no se comercializó: era solo para los zares o sátrapas semejantes (porque dejó de haber zares bastante antes de que se encontrara este bebercio en tiendas).

Otras características de Cristal son que, en lugar de un final de botella cóncavo para resistir sin reventar las atmósferas que genera el carbónico, lo que tiene es una base plana y tremendamente gruesa de cristal sólido. Esto encarece, claro. Además, para proteger de los rayos ultravioleta (porque la botella es totalmente incolora y no absorbe radiación) se envuelve en un celofán coloreado (eso al zar no le hubiera gustado, pero ya sería raro que cualquier otro se vaya a quejar).

Resumiendo: un champán carísimo, icónico, histórico y metido de lleno en la cultura popular, desde cantidad de raperos a Tarantino. Y que caté en el 8º Salón del Champagne, en el hotel Princesa de Madrid, en la época en que no tomaba fotos de lo que me llevaba al coleto, por lo que tendré que meter una imagen internetera muy a mi pesar. Ya os contaré, pero parece que va a volver a haber catas que hice hace una década o más: creo haber dado con un filón que tenía escondido y casi olvidado, y que incluye joyas como la de hoy.

La añada de 2004 tiene seis años largos de crianza, y se elabora con un 55% de pinot noir y un 45% de chardonnay.

Cristal 2004
Louis Roederer
AOC Champagne
12%
Catado el 9 de junio de 2011.
  • Amarillo muy pálido, casi transparente.
  • Empieza tan sutil que parece plano (hay que darle tiempo y dejar que abra, que se atempere: no tengáis ninguna prisa, id poco a poco). Al cabo empieza el espectáculo: primero, flores blancas marchitas; después, miel y fruta sobremadura (incluso empezando a estropearse, que es cuando más aromáticas son). Destaca la fruta de pelo: melocotón, albaricoque.
  • Seco en boca, pero sin exagerar. Paso vivo, muy bien matizado (redondo, todo en equilibrio). Final de persistencia media, sutil, con notas cítricas. Para beber con calma, atención y dedicación (que para eso os habéis gastado la pasta).
 
De nuevo, mis disculpas por no tener imagen propia.
 

Y con esta joya hemos llegado a las 100 catas de vino francés en Bebercio (os recuerdo que el champán, aunque sea espumoso, sigue siendo vino).


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