Si recordáis nuestra visita a Cantillon en 2017, recordaréis que catamos su oude lambik, que no se embotella, no se comercializa y solo se puede catar en la propia casa, sacada de la barrica de turno, por lo que va cambiando ligeramente de ocasión en ocasión (unas veces tendrá más meses de barrica, otras menos; unas veces las barricas serán de un tamaño, otras de otro).
En nuestra visita la que tenían en ese momento había envejecido nada menos que 30 meses, por lo que se había ganado con creces lo de oude (se considera en 3F que es vieja a partir de 18).
Es una cerveza peculiar, de las más extrañas que uno se pueda encontrar: además de los aromas marcados de las lambic, a los que la gente se tiene que acostumbrar, estamos ante un caso de lambic pura y dura, por lo que todo el carbónico se ha perdido (no hay gas) y, al no haberse filtrado ni pasteurizado, aguanta poco antes de echarse a perder: el tiempo entre sacarla del barril y beberla debe reducirse al máximo. En el Lambik-O-droom de 3F tienen unas bombas para sacarla directamente de la barrica a la jarra desde la cual la sirven, por lo que este aspecto está muy controlado. Un proceso que me recuerda al de la real ale británica.
Catada el 28 de agosto de 2021 en el Lambik-O-droom.
- Dorado ambarino con ligeras irisaciones verdosas, sin crema ni burbuja algunas.
- Intensidad aromática muy alta: sidra, levadura viva, calvados, plástico, Blandiblub, Marmite (mucho Marmite), lo que en inglés se llama funk (un ligero peste que no es desagradable, como el de los quesos), caramelo de miel-limón, caramelo quemado, queso Gouda, tierra húmeda, arcilla, piel de pollo, té negro... Complejísima y variadísima, y muy dentro de los parámetros de las lambic.
- Como decíamos más arriba, es plana, sin carbónico alguno. Muy seca, pero no requeteseca. Cuerpo medio. Buenísima acidez. Amargor elevado, pero no agresivo. Final muy largo. Francamente rica, oiga.
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