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miércoles, 19 de octubre de 2022

Kalimotxo

Si ya nos atrevimos con el cóctel icónico del vino tinto (la sangría) vamos allá con aquel que le podría disputar en horas bajas el cinturón de campeón: el kalimotxo.

Y digo kalimotxo, y no calimocho, aunque esta última es la única forma recogida, desde 2001, por la RAE. Ah, y paso de comillas, cursivas o negritas para cualesquiera de ellas. Ya sois mayores.

¿Y en qué consiste este cóctel? Volvemos a la RAE:

Bebida que consiste en una mezcla de vino tinto y refresco de cola.

Muy complejo, lo que se dice muy complejo, parece que el cóctel no es. Pero esa es la clave de un cóctel, a fin de cuentas. Encontrar la sinergia entre dos ingredientes o, a lo sumo, tres; y a correr.

Así pues, tinto y cola. Los puristas (porque en todo tiene que haber puristas) te dirán que Coca-Cola; tan es así que la marca le echó un par y registró el palabroto: no sé hasta qué punto les servirá, pero ellos ya han hecho de su capa un sayo, por si las moscas. Jo, parezco Sancho.

¿Tinto y cola? ¿No falta algo? ¡Sí! A mi muy cualificado entender, no es kalimotxo (ni calimocho) si le falta hielo. Mucho hielo. Y mejor si se sirve en un vaso de 800 ml, de esos que la gente se cree que son de litro, y que se llaman de formas diversas: mini, katxi, cachi, cuba, maceta o litro (y fijo que me estoy dejando sinónimos a punta pala).

"Oiga, sumiller que llega a catar vinos de miles de eurípides, ¿esto está rico?" os escucho preguntar. Ay, cómo sois. Respuesta corta y puramente personal: NO. Por eso es habitual que se disfrace con chorretones de licor de mora, licor de melocotón o, incluso, ginebra.

 

Aquí lo tenéis, canónico, en uno de sus entornos más naturales: una peña de pueblo durante las fiestas (Peña PK2, fiestas de Navaleno, Soria. La gente aún no ha llegado, momento de preparar la priva).
Y digo canónico porque lo es: Coca-Cola de dos litros, tinto barato de tetra-brik, vaso de mini y mucho hielo. Sin más adiciones.
 

¿Y de dónde sale este brebaje? La colección de consonantes en su nombre ya revela que viene de Euskadi: específicamente de Getxo, en la boca de la Ría de Bilbao. La historia comienza allá por 1972, en las fiestas de San Nicolás, en el puerto viejo de Algorta, de la mano de la cuadrilla Antzarrak...

Ya os he dejado el enlace, porque la historia es más larga de lo que parece, pero, resumiendo, os diré que a los de Antzarrak les cayó en fiestas una partida picada de tinto riojano y la única forma que se les ocurrió para venderlo fue mezclaro con cola. Idea brillante. El mejunje (quiero decir... el cóctel) había nacido.

Es todo un clásico, como ya he dicho, de fiestas populares, pero también de festivales de música o de botellones; un servidor se ha sacado algún dinero vendiendo minis los viernes por la tarde en sus tiempos universitarios: se iba antes al hipermercado y compraba tetra-briks del tinto más peleón, botellones de sucedáneos de cola, vasos de plástico y mucho hielo. Y a ahorrar para el paso del ecuador.

En fin, sea de mala o de ínfima calidad, debemos reconocer que es un cóctel tradicional, bien asentado y que se elabora con vino; tiene una historia interesante detrás, ciertas variaciones y ha terminado siendo conocido internacionalmente. Y por ello, aquí queda consignado.


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