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domingo, 6 de noviembre de 2022

Léon 1893

Rue des Bouchers es una céntrica calle peatonal de Bruselas, a espaldas de la Grand Place, conocida por sus múltiples restaurantes destinados, fundamentalmente, a guiris. Lo curioso es que, lejos de ser un petardo para quienes conozcan bien la ciudad, esconde varias joyas.

Una de ellas es un restaurante que abrió, ahí es nada, en 1893: Chez Léon*. Es celebérrimo, aparece en todas las guías y está siempre lleno (fundamentalmente de guiris, la verdad). Su especialidad, estando en el centro de Bélgica, tenían que ser los mejillones, y así es. No olvidan los demás moluscos (ostras planas y rizadas, bígaros, etc), pero los mejillones son la niña de sus ojos, tanto que representan el leitmotiv decorativo del restaurante.

 

¿Hay algo más belga que un pitufo? Pues quizás tanto Magritte cuanto los mejillones, hermanados en esta versión sui generis de Ceci n'es pas une pipe. Y sí, el título del cuadro original es La trahison des images, cierto.

Entonces, ¿es esta una entrada de esas sobre restaurantes que dejo caer de vez en cuando? Pues en este caso no, la verdad. Entonces, ¿a qué tanto rollo sobre el mismo? Ya llego, ya llego, so impacientes.

Resulta que en este restaurante se puede degustar una birra que no hay en ningún otro lugar. En ninguno.

La elaboran los de St Feuillien (de quienes hemos probado esta joyita) en exclusiva para ellos; creada por su maestro cervecero, Jean Pagura, y servida únicamente de grifo y en una copa exclusiva con su logo y todo (pero esto último es más bien normal en este país, que trata muy bien la cerveza doquiera que uno se ubique dentro de su geografía. Jo, cómo me expreso).

 

Léon 1893. Ale belga. 6,5%
Catada el 21 de septiembre de 2022 en el restaurante Chez Léon.
  • Dorado brillante, ligeramente turbio, con crema nívea efímera.
  • Intensidad aromática media: cítricos (yuzu, bergamota); menta, hierbabuena (clásicos de las maltas belgas), cereales de desayuno.
  • Carbónico reducido. Ataque seco, aunque por ahí dicen que empieza dulzona (ni caso). Cuerpo medio, buen frescor. Final muy largo, con buen amargor. El caso es que es muy maja.
Aquí la tenéis, servida en su copa y en su restaurante.
 
 
Ya os dije que los mejillones son el tema principal del mismo: los azulejos que veis no es que tengan mejillones pintados, no: son valvas reales introducidas en la matriz aún fresca y cocida posteriormente.
 
Hay comensales tan chuscos que las sacan y se las llevan de recuerdo (en serio, se llevan una concha de mejillón de extranjis. La gente es para verla despacito).


* Por cierto, cuando esto se escribe resulta que, si uno entra en la página-web del restaurante, se le ofrece la opción de jugar a la ruleta, introducción del correo electrónico mediante. Un servidor y su señor padre consiguieron que la cerveza que hoy catamos les saliera gratis a ambos; es una opción a contemplar si os pasáis por allí, porque la copa anda por encima de los cinco pavinchis. No sé qué otros premios se esconden, y no cobro nada por esta propaganda (quizás debería).
 
 

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