Aunque me llama poderosamente la atención, resulta que este es solo el segundo vino austriaco que catamos en Bebercio (el primero lo tenéis aquí).
En aquella cata os conté que los austriacos no ponen un nombre comercial al uso a sus vinos, sino que detallan todos los datos que normalmente se encuentran en la contraetiqueta y se quedan tan panchos. Así pues, vamos a desglosar:
Stift Klosterneuburg: la bodega. Klosterneuburg es una ciudad de la Baja Austria desarrollada en torno a una abadía (stift) del s. XII que es, además, la bodega privada más grande del país.
Grüner Veltliner: la uva empleada. Os voy a repetir de forma calcada lo que os conté en el otro vino austriaco que catásemos: es la uva estrella del país, muy versátil tanto a la hora de la vinificación (puede dar vinos tranquilos o espumosos, jóvenes o con crianza) cuanto a la del maridaje (va con casi todo).
Wagram: la denominación de origen (DAC en Austria), a orillas del Danubio. Tiene una zona septentrional y otra meridional bien diferenciadas: Klosterneuburg queda al sur, justo a las afueras de Viena.
2022: la añada, claro.
Si el otro vino austriaco que os he enlazado más arriba lo catamos en un restaurante alemán, este lo vamos a catar en uno neerlandés, concretamente el oyster bar Bubbles, sito en la zona internacional del aeropuerto de Schiphol. Es el blanco básico que tienen (la botella la venden en la página-web de la bodega por 8,50 €; la copa en el restaurante me costó casi lo mismo. Cómo se pasan).
- Amarillo pálido, limpio, sin apenas lágrima.
- Intensidad aromática media-baja: hinojo, hierba, manzana reineta, vainilla, algo de canela, masa de pan, bizcoho. Salvo las dos primeras notas, que llegan a predominar conforme el vino gana temperatura, las restantes se pueden resumir en aroma de pastel de manzana.
- Seco, fresco, con cuerpo medio. Final largo, amargoso, con notas de limón e hinojo por vía retronasal. Majo en su sencillez.
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