Hasta la fecha solo hemos catado un vino de Lanzarote, y resulta que no estaba elaborado con la uva emblemática de la isla, malvasía, sino con la tinta listán negro.
Pongámosle remedio con una malvasía muy peculiar: además de haber sido cultivada en las tierras volcánicas negras de la isla, ha pasado posteriormente seis meses en un botellero muy curioso: bajo el mar. En la bodega hablan de "malvasía volcánica submarina": volcánica porque la isla y sus suelos son volcánicos, submarina porque el botellero se sumerge bajo las aguas atlánticas.
El resultado es una botella con calcificaciones como las de las valvas de los mejillones: gusanos incrustantes que aprovechan la superficie como su casita. Esto hace que no haya posibilidad de pegar etiqueta, por lo que la misma viene colgada del cuello, a modo de corbata.
¿Cómo se llama la bodega? Nautilus, como el único género de cefalópodos que todavía desarrolla una concha (sepias, calamares y pulpos la han ido perdiendo progresivamente; los dos primeros aún conservan la pluma, ya endoesquelética; el último no guarda ningún resto), o como el celebérrimo submarino del capitán Nemo en la obra de J. Verne.
- La capa es incolora, como si fuese agua. Quizás podamos imaginar alguna irisación dorada.
- Intensidad aromática media-alta: humo, pan tostado, pera madura, incluso una nota que recuerda más a la moscatel que a la malvasía. Curioso.
- Pese a que la mayoría de malvasías de Lanzarote son dulzonas, el ataque de este vino es seco. Paso acídico, cuerpo medio. Final largo, nuevamente acídico, con notas de limón verde.
Todo este proceso submarino encarece el producto, como cabría esperar. En la propia página-web de la bodega lo podéis encontrar a 84 pavazos.
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