Es un hotel gigante, que ocupa toda una manzana, pese a lo cual consigue luz en todas las habitaciones al articularse en torno a un patio central.
Os decía más arriba que íbamos con "uno de sus hermanos": resulta que hay seis bajo el nombre de 99 Sushi bar: cuatro en Madrid, uno en Barcelona y otro en Abu Dhabi (parece que no van mal las cosas). Todos ellos tienen como mascota un curioso pez con los labios pintados:
Podéis iros haciendo la idea de que el ambiente es intimista, con baja iluminación.
El restaurante tiene acceso desde la calle y desde el propio hotel, y se divide en dos partes principales: desde la calle, una barra frente a la cocina (vista) con una pared de cristal por la que cae agua; aquí hay, además, unas pocas mesitas:
Desde aquí (o entrando directamente desde el hotel) se pasa a la sala principal, más clásica. Entre ambos espacios hay una bodega, cuyas paredes totalmente transaparentes dejan ver referencias interesantísimas.
La cocina es japonesa contemporánea con toques creativos y alguna concesión internacional. Venga, vamos a empezar, que se nos hace la boca agua:
Para empezar, unos aperitivitos de la casa. A la izquierda, el aperitivo por antonomasia de los restaurantes japoneses: edamame. A la derecha, maki de salmón con aguacate.
Vamos con el primero de los entrantes: tartar de atún picante, ensalada de encurtidos y kimuchi. Acompañado de patatas paja y alga wakame. Kimuchi es una salsa nipona a base de guindillas, ajo y cebolla.
El siguiente entrante tiene nombre anglosajón: Soft shell crab roll o, lo que es lo mismo, California maki de cangrejo de caparazón blando (ya sabéis, fue pescado nada más realizar la muda, de modo que el exoesqueleto aún no se había endurecido y es comestible).
Seguimos con entrantes variados, que son una cucada y muy apetitosos. Ahora vamos con un par de piezas de nigiri de huevo de codorniz con trufa negra; un claro ejemplo de fusión gastronómica (que me recordó al restaurante Kabuki).
Y pasamos al entrante principal, servido en esta vajilla de fantasía con divertido acompañamiento de una sola vaina de edamame. Se trata de bacalao negro de Alaska gratinado con dos capas de miso rojo. Aquí os dejo una foto de detalle:
El bacalao negro es uno de tantos nombres que recibe la especie Anoplopoma fimbria, común en el Pacífico Norte (es una de tantas especies que puede llamarse "pez mantequilla", recordad que bajo el paraguas de ese nombre os pueden dar desde finuras como este bacalao negro hasta verdadera morralla). Por cierto, pese al nombre, no está emparentado con los verdaderos bacalaos.
Antes del postre, para limpiar la boca y refrescar, podéis pedir este sorbete de wasabi al vodka, francamente interesante a la par que rico (podéis tomarlo directamente como postre también, claro). Otro ejemplo de fusión oriental-occidental.
Y, de postre, el plato más original: un jardín zen. Lo que parece grava es azúcar; las rocas son, en realidad, trufas de chocolate con distintas coberturas. Y el rastrillito es para jugar a hacer diferentes diseños. Tan divertido como calórico: aconsejo compartir.
Un restaurante magnífico, entre los mejores japoneses que he encontrado en la capital. Servicio muy esmerado, atento pero nada intrusivo, con detalles geniales (como cambiar la servilleta cada vez que uno se levanta); excelente carta de vinos (que no abusa con los precios) y una cocina muy esmerada con gran respeto por la materia prima. Muy recomendable.
99 Sushi Bar
Chefs ejecutivos: Roberto Limas y David Aráuz
Hotel Eurobuilding (c/ Padre Damián 23), 28036, Madrid
+34 913 593 801
http://www.99sushibar.com/99-sushi-bar-padre-damian/
Precio medio: 90 €
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