El caso es que hay un vecino del pueblo, a la sazón llamado Juan Luis Beltrán, de familia vinícola, que vio como un pequeño viñedo del pueblo con variedades ancestrales iba a ser arrancado porque su dueño era mayor para cuidarlo y nadie se hacía cargo; así que montó un crowdfunding, le salió bien la jugada, y tenemos Hoyanko (juego de palabras: "hoyanco", con C, es el gentilicio de Hoyo).
En esa zona, hay que decir, las vides están en vaso y son pequeñas, los terrenos son abruptos al estar en la montaña, y es difícil mecanizar. Así que Juan Luis decidió seguir con la viticultura ancestral que ya su tatarabuelo practicara, y apenas si ha metido un tractor. Abonos naturales, ausencia de fitosanitarios, nada de correctores del vino... apenas sulfuroso.
La uva que salvó era principalmente tinta (garnacha), pero también blanca de la zona: albillo real. Y se le ha ocurrido elaborarla con velo de flor, al estilo de los finos y las manzanillas, a ver qué sale. Y lo que han salido son tan solo 200 botellas, es decir, producción limitadísima de veras. Atención, que no todos los Áureas son bajo velo de flor, según tengo entendido.
Tuve ocasión de probar este vino en La Lobita, algo que no sorprenderá tanto a quienes me sigan un poco, porque los últimos ocho vinos que hemos catado vienen de allí.
Ah, por cierto: la albillo es uva blanca, pero al dejar el mosto más tiempo en contacto con los hollejos hay mayor extracción y se consigue un vino naranja. Algo muy poco habitual, cierto, pero no es la primera vez que lo encontramos, como recordaréis. Insisto: este Áurea bajo velo de flor sí es naranja, pero igual otros ni son naranjas ni han evolucionado bajo velo. Todo muy mudable.
Hoyanko Áurea velo de flor 2016
Vinos y viñedos Hoyanko
Vino de mesa
13%
Catado el 17 de agosto de 2019.
- Cobrizo turbio, brillante y sin sedimento.
- Intensidad aromática elevada. Cuidado, que es un vino ecológico y elaborado bajo velo de flor, así que tiene evolución en la copa. El comienzo no podía ser peor, pero si somos pacientes nos va a dar una buenísima sorpresa: empieza con notas de vinagre y laca, lo cual no termina de molar. Luego vienen otras de manzana y humo, sutiles, que no terminan de superar a las anteriores, así que seguimos regulín-regulán. Mi consejo: no seáis impacientes, carape, esperad. Porque al cabo de un rato aparece una nota formidable de pera, de las más claras en mi experiencia (pera conferencia madura, qué rica) acompañada de otras de manzana reineta y membrillo fresco. Gran recompensa a los pacientes.
- En boca es ligero, algo acuoso, con acidez media (seguro que la esperabais disparada, pero no, incluso podría subir un poco y mejoraría). Potencia media, persistencia baja.
No nos engañemos: es un vino complicado, para beber con atención y experiencia previa. Pero recompensa y, además, es un esfuerzo loable por salir de los cánones establecidos.
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