En algún momento prepararé una entrada teórica sobre el delirium tremens, igual que ya publiqué una sobre la resaca; mientras ese momento llega, vamos con una cerveza que se llama, precisamente, así; algo muy apropiado para esta época del año; concretamente hoy, mañana o pasado, en que se celebran las nefastas cenas de empresa (pandemia mediante).
Un poco en la línea de la gran borrachera de Dumbo, la etiqueta muestra elefantes rosas y, en el caso de la etiqueta antigua, también caimanes rampantes, fénix dorados y dragones chinos. Tremendo delirio, ciertamente.
Es una de las ales fuertes belgas más conocidas y distribuidas; la elabora desde hace siglos (desde 1654, para ser precisos) la familia Huyghe, pertenecientes al consorcio de empresas cerveceras familiares de Bélgica. Es una birra que lleva a cabo no una doble, sino una triple fermentación.
- Amarillo dorado pálido con mucho carbónico visible. Crema nívea, consistente y duradera.
- Intensidad aromática media: acero, Corn Flakes, limón seco, cierta nota balsámica tan típica de las ales rubias belgas.
- Potente, con ataque un poco dulzón. Paso metálico, más rápido de lo esperable. Final un pelín agresivo de persistencia no muy larga.
Me consta que es una cerveza que cuenta con una legión de adeptos; perdónenme estos, pues debo reconocer que, pese a poder beberla sin ningún inconveniente, queda claro a partir de la cata que no se cuenta entre mis favoritas. Siempre la he encontrado algo descompensada.
Cada loco con su tema.
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