Sí, habéis leído bien: 34 años de guarda. Con mucha diferencia, la cerveza más vieja que un servidor haya probado (y, como ahora comprobaréis, en perfectas condiciones, habiendo mejorado tras tanto tiempo).
Cómo no, es una de esas maravillas que solo pueden conseguirse en Kulminator, Amberes. Primero pensé que se trataría de la Oerbier special reserva, que sale al mercado con añada y cierto envejecimiento propio, pero no: es la Oerbier normal y corriente, una cerveza maja pero sin alharacas (creía yo), que en este caso llevaba esperando desde 1987 en la cava de envejecimiento de Leen y Dirk.
Como buena roja de Flandes, esta cerveza se presta como pocas a la crianza y envejecimiento, y se asemeja muchísimo a un vino tinto, algo que ahora vais a comprobar.
Catada el 30 de agosto de 2021 en Kulminator.
- Rojo cereza oscuro (pero no picota); limpia, brillante. Atención: crema abundante (sí, tras tres décadas largas), de color hueso, duradera.
- Estamos, en nariz, ante un tinto viejo de Rioja: flores marchitas, hojas secas, tierra húmeda; mucha fruta roja (grosella, bayas de goji, mermeladas de fresa y de frambuesa, frutas del bosque en licor). También una nota de vainilla.
- Todavía conserva carbónico, como auguraba la fase visual con toda su crema. Acídica pero no ácida; suave, con paso lento pese al cuerpo medio. Final sin amargor, de persistencia media-alta, con renovadas notas de fresas y otros frutos rojos, maduros o, incluso, en compota. Así, con todos estos años, se convierte en una firme candidata a la mejor cerveza que haya probado nunca, mientras que joven es simplemente rica.
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