Guten Morgen, meine Freunde!
Desde ayer sábado y hasta el primer lunes de octubre se celebra en Munich (Alemania), la que se considera fiesta popular más multitudinaria del mundo entero, con más de seis millones de asistentes de parranda, juntos cada año, en la capital bávara: Oktoberfest.
Pero, empezando a mediados de septiembre y pillando por los pelos octubre, ¿por que no se llama Septemberfest? Esa es una pregunta que todo el mundo se hace, y que tiene una respuesta doble: histórica y climatológica.
La parte histórica tiene que ver con la boda del príncipe Ludwig de Bavaria y Therese de Sajonia el 12 de octubre de 1810 (aquí sí estamos en octubre), y que se celebró no solo institucional y protocolariamente, sino también con gran regocijo popular invitando cinco días después a todo muniqués a una carrera de caballos en los terrenos que se habrían de llamar Theresienwiese en honor a la novia. El evento tuvo tanto éxito que al año siguiente se repitió. Había nacido el Oktoberfest, tenía lugar en octubre y era una carrera de caballos. Qué cosas.
La parte climatológica viene después: por vicisitudes de la vida, una delegación griega fue en 1832 a visitar la ciudad a mediados de septiembre. Para agasajarles (peloteos políticos o pelotiqueos) se decidió adelantar la fiesta para que coincidiera con su visita. Y mira tú por dónde, los organizadores se dieron cuenta de que a mediados de septiembre los días son más largos, la temperatura más benigna, y la lluvia más escasa. Hacía falta una delegación griega para que se dieran cuenta de que en verano hace más calor y menos lluvia que en otoño.
Explicado todo esto y teniendo en cuenta que la fiesta se celebra anualmente, ¿cómo es que no habíamos hablado de ella en Bebercio? ¿Acaso estaba vuestro sumiller de cabecera esperando la ocasión de ir y fardar? Pues no, vuestro humilde servidor ya había estado varios años antes de que Bebercio echara a andar. Es una cuestión de despiste puro y duro, a la que hoy ponemos, por fin, remedio.
Ahora que menciono el litro de birra que me trasegaba, ¿qué cerveza se bebe en el Oktoberfest? Pues la denominada Oktoberfestbier (originalísimo), que no es más que un sinónimo de un estilo varios siglos anterior a la fiesta que nos ocupa; estilo denominado Märzen. Pasamos de octubre a marzo.
Aunque ya hemos hablado de este estilo con anterioridad, repasemos un poco: en 1553 una ley impuso en Bavaria que únicamente se podía elaborar cerveza desde la festividad de San Miguel (29 de septiembre) hasta la de San Jorge (23 de abril). ¿Por qué? Porque los calores y presiones que se alcanzaban durante la fermentación junto a las temperaturas elevadas y la mayor sequedad de finales de primavera y todo el verano hacían que los fuegos fueran moneda corriente en las casas cerveceras. Safety first, que cantaban los Brotherhood of Man.
"¡Cielos! ¿¡Cómo aguantar cinco meses sin privar?" se preguntaban los bávaros ante tamaña ordenanza. A grandes males, etc: las casas elaboradoras, llegado marzo, se ponían manos a la obra y preparaban una cerveza diferente, con más lúpulo, más malta y mayor contenido alcohólico, de modo que aguantara sin estropearse hasta San Miguel. Elaborándose en marzo, el nombre era obvio: Märzen. Y resulta que no solo duraba hasta dicha festividad, sino que aguantaba sin problemas hasta el Oktoberfest; tanto que es la cerveza asociada a la celebración.
Con el tiempo y las mejoras tecnológicas, la ordenanza se derogó y el estilo fue cayendo en el olvido en Alemania, pero siempre se mantuvo asociado al Oktoberfest. Esa es la razón por la que los términos Märzen y Oktoberfestbier son intercambiables (y sí, no me digáis que en Austria siempre fue popular y que ahora en todo el mundo hay un revival, porque me lo sé pero bastante larga es esta entrada sin meternos en más jardines).
Bueno, pues todavía no hemos acabado. En el Oktoberfest solo se sirve cerveza elaborada por casas muniquesas, toda según la Reinheitsgebot, y las seis cerveceras autorizadas son (en orden alfabético): Augustiner (la más antigua, de 1328), Hacker-Pschorr, Hofbräu, LöwenBräu, Paulaner y Spaten. Algunas de ellas son bien conocidas, otras no tanto; lo curioso es que, ahora que miro, no tenemos en Bebercio la Märzen de ninguna de ellas. Mira que hemos catado cinco Paulaner distintas, pero ni con esas. Si ampliáis la segunda de las fotos, veréis que estoy bebiendo Augustiner (se reconoce el logotipo, con las iniciales "JW" de Joseph Wagner, aunque esa es otra historia).
Finalmente, un apunte folklórico de los muchísimos que podríamos hacer respecto a estas fiestas: es común que los asistentes lleven ropa tradicional. No es ni obligatorio ni mayoritario, como se ve en las fotos, pero sí común. Las mujeres llevan dirndl y los hombres lederhosen; lo de ellas es un corpiño con una blusa debajo junto con una falda larga y un delantal; hay infinidad de variaciones. Lo de ellos son unos pantaloncitos cortos de cuero con unos tirantes que, de lejos, dan la sensación de un peto. Es común ver a camareras con dirndl cargadas con seis o más jarras (de litro) de birra abrirse paso entre la multitud: mi más profundo respeto hacia ellas.
En estos días Munich está como sardinas en lata y no se encuentra alojamiento ni de lejos. Un servidor, poco previsor, hasta tuvo que pasar una noche en el aeropuerto (una anécdota más para el bar). Aunque no deja de ser otra fiesta popular de septiembre más, como la de vuestro pueblo o barrio, con sus comilonas, su pimple en demasía, sus atracciones y sus conciertos; con todo, el hecho de que sea la mayor (con diferencia) y de que tenga tanto arraigo le da un plus que hace merecedora la visita.
Mach's gut.
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